Las obras de Reygadas nunca han buscado la claridad narrativa, pero aun así ésta es especialmente opaca y, pese a que contiene algunas imágenes increíblemente bellas, acaba por resultar exasperante.
Más que su tosco mensaje sobre las bondades de la diversidad, la gran baza es su deslumbrante diseño visual y tigres bidimensionales que saltan de una puesta de sol hacia la cámara. Algo es algo.
Es lógico que aspire a ser un reflejo de su predecesora, aunque esta sea mediocre. Todo lo que ofrece son unos niños que corren a través de una trama amorfa, que no logra mantener nuestra atención.
Echa mano de una paleta visual deslumbrante para compensar una narración algo formularia. Dada la mediocridad general de sus producciones más recientes de Pixar, 'Coco' solo puede considerarse un resurgir.
El problema fundamental de la película no radica tanto en la vulgaridad de su humor, sino en la apatía y la falta de ritmo con la que el director David Bowers lo ejecuta.
Convencional, apolillada, fea, aburrida y muy cursi. Seguro que incluso a estas alturas es posible hacer una nueva versión del clásico de los Grimm que justifique su propia existencia, pero no es esta.
Funciona como retrato elocuente y nada tremendista de esa América traicionada por los políticos que les prometieron la luna. Estupendo trabajo del actor Simon Rex.
'Green Room' es un ejercicio magistral en la creación de suspense, salpicado con momentos de brutalidad y humor negro. Te mantendrá al borde de tu asiento y no podrás evitar aferrarte a los brazos de la butaca.
Es difícil recordar otra película tan precisa en la representación de la discusión entre dos personas que se aman. Con esta última entrega, la serie logra una magnitud realmente épica, convirtiéndose en uno de los más destacados retratos de la agridulce experiencia romántica.
A menudo se siente más como el episodio piloto de una sitcom que un largometraje, aunque al menos es una sitcom que logra entretener sin menospreciar nuestra inteligencia.
Hess concibe cada personaje como una simple colección de peculiaridades. Sus criaturas están tan sobrecargadas de malas ideas que resulta complicado entender cuál es el verdadero chiste.
Lo que dota a esta extraña película de su belleza, brutalidad emocional y poder conmovedor es Cage, cuyo trabajo transmite misterio, ternura y rabia reprimida.
Sigue la receta clásica del cine gastronómico y la carencia de personalidad en la narrativa se ve contrarrestada por imágenes que despiertan el apetito, además de varias dosis de un sentimentalismo excesivo.
Aunque el dolor por la pérdida y los secretos que la muerte hace aflorar son ingredientes dramáticos algo trillados, es la habilidad al usarlos lo que otorga a 'El repostero de Berlín' un sabor distintivo.
El resultado resulta francamente irritante por lo evidente y superficial que es el humor, una característica que la tosquedad visual y narrativa típica de la pareja contribuye a acentuar.
Todo queda compensado con la atención al detalle que su retrato de la marginalidad bonaerense exhibe, mientras combina ingredientes propios del cine social en torno a un penetrante estudio psicológico.