La naturaleza episódica de la historia, junto con la falta de contextualización por parte del director Hugo Prata, resulta en una narración débil, donde la única pieza que logra cohesionarla un poco son las canciones.
La película fracasa por su ramplonería narrativa, su recurso a clichés como el del escritor torturado y, sobre todo, por la increíblemente histriónica interpretación de Law.
El recurso narrativo resulta repetitivo y, dado que la película ha sido producida por el propio Pelé, su inevitable cameo se siente un poco incómodo y hasta sonrojante.
Con 'Mr. Turner', el director británico presenta una de sus mejores películas y demuestra que un biopic no tiene por qué convertir la vida de su protagonista en un mero cliché.
No se encuentra la destreza que previamente había demostrado el director iraní para transmitir emociones, ni su talento para conmovernos sin caer en un sentimentalismo evidente.
Los directores demuestran una notable habilidad para orquestar diversas subtramas con un ritmo lubitschiano. Sin embargo, los chistes no logran impactar. Se siente como un banquete bien organizado, pero con una comida que carece de sabor.
Parece confirmar la determinación de Brandon Cronenberg de erigirse en un cineasta aún más extremo que su padre. Lástima que ese afán por provocar, fascinante hasta que se vuelve tedioso y pueril, sea todo cuanto la nueva película tiene que ofrecer.
La cantidad de incidentes impactantes es tan abultada que ninguno de ellos logra causar una verdadera impresión. Es una película que ofrece un entretenimiento vistoso, pero que no resiste un análisis más detallado.
Si en su último tercio degenera en una cacofonía de sustos más bien típica, el énfasis previo en la construcción de personajes y en el control del ritmo permite a la película retener su pegada.
Radiografía sin brío de la gran crisis financiera mundial. Nunca cae en el didactismo, pero esto ocurre a costa de no ofrecer explicaciones mínimas, quedándose en lo vago y lo abstracto.
Es más grande y más ruidosa que su predecesora, centrándose en ser como cualquier otra secuela de 'Rocky': competente, entretenida y algo rutinaria. Ha quedado claro que la fórmula funciona.