Versión simplificada de los mejores trabajos de los maestros Hayao Miyazaki e Isao Takahata, resulta encantadora y, en ocasiones, incluso cautivadora. No necesita más.
Material para desguace. Los 'gags' son repetitivos y no particularmente graciosos, además de presentar giros argumentales erráticos. Las secuencias de acción están filmadas de manera poco competente.
Las películas de S. Craig Zahler se sitúan en una intersección entre el cine de autor y la serie B. Son obras audaces, inteligentes y notablemente violentas.
Posee una sensibilidad abrumadora que armoniza con elegancia las de Terrence Malick, Kelly Reichardt y John Cassavetes. Zhao observa a sus objetos de estudio con atención, reacia a mostrarse condescendiente con ellos.
Lowery ofrece un retrato devastador del amor, el luto y la soledad. La película exige paciencia, pero a cambio proporciona una experiencia cinematográfica singularmente extraña, intrépida y apasionante.
Quizá supere a todas sus predecesoras en su capacidad para aburrir. Los sustos que presenta son todos mediocres. Aspira a ser un cine de terror de combustión lenta, pero en ningún momento logra encenderse.
La película se centra más en la evocación y la invocación a través de fragmentos de imágenes que en la suposición, ofreciendo una reflexión sofisticada sobre la elusividad de la identidad.
Las obras de Reygadas nunca han buscado la claridad narrativa, pero aun así ésta es especialmente opaca y, pese a que contiene algunas imágenes increíblemente bellas, acaba por resultar exasperante.
Inaccesible e incomprensible para muchos. Es una obra realmente bella, repleta de sugestivas imágenes; sin embargo, la belleza sin significado no puede considerarse arte.
Más que su tosco mensaje sobre las bondades de la diversidad, la gran baza es su deslumbrante diseño visual y tigres bidimensionales que saltan de una puesta de sol hacia la cámara. Algo es algo.
Es lógico que aspire a ser un reflejo de su predecesora, aunque esta sea mediocre. Todo lo que ofrece son unos niños que corren a través de una trama amorfa, que no logra mantener nuestra atención.
Echa mano de una paleta visual deslumbrante para compensar una narración algo formularia. Dada la mediocridad general de sus producciones más recientes de Pixar, 'Coco' solo puede considerarse un resurgir.
El problema fundamental de la película no radica tanto en la vulgaridad de su humor, sino en la apatía y la falta de ritmo con la que el director David Bowers lo ejecuta.
Convencional, apolillada, fea, aburrida y muy cursi. Seguro que incluso a estas alturas es posible hacer una nueva versión del clásico de los Grimm que justifique su propia existencia, pero no es esta.
Funciona como retrato elocuente y nada tremendista de esa América traicionada por los políticos que les prometieron la luna. Estupendo trabajo del actor Simon Rex.
Lo que la eleva sobre sus predecesoras son los niveles de intimidad y desoladora belleza que alcanza. Merece todos los elogios que ha recibido desde su estreno.