Algunos de los métodos cómicos que utiliza son artificiales, sin embargo, la película es valiosa como muestra de que el cine enfocado en la vida de personas en situación de pobreza puede conmover profundamente sin recurrir a la desesperanza.
No es elitista, ni progresista, ni machista, ni feminista; o tal vez sea un poco de todo. La película tiene un enfoque misántropo, lo que podría considerarse una respuesta razonable al absurdo de la vida actual.
Feminismo confuso. No se percibe malicia, pero hay un gran despiste. El problema radica en que las opiniones de Trier no siempre coinciden con lo que se entiende al observar la vida de la protagonista.
Relato de un ingenio y un efectivo sentido del humor que de ningún modo traicionan la seriedad del asunto. Ese equilibrio preciso entre vis cómica y hondura emocional es la gran baza de la película.
Deliberadamente histérica, engolada, hortera y tramposa. Como ejercicio intelectual es impecable, pero sentarse frente a ella proporciona una experiencia muy irritante. Es fácil adivinar qué respondería el director al respecto: de eso se trata.
Stewart utiliza un humor sorprendentemente suave, se enfoca en los blancos más sencillos y recurre a una serie de clichés que limitan la capacidad de algunos personajes para mostrar personalidades únicas, mientras que otros se convierten en simples caricaturas.
El único público adecuado para ‘Downhill’ son aquellos espectadores que ni han visto ni han oído hablar de ‘Fuerza mayor’, y que en cualquier caso harían mejor si trataran de subsanar esa falta.
Borensztein fusiona el humor costumbrista con la sátira social, logrando una película que resulta bastante entretenida, aunque también se siente excesivamente formulaica.
Un genio de la comedia llamado Michel Houellebecq. El controvertido escritor y Gérard Depardieu brillan como émulos de Laurel y Hardy en 'Thalasso', hilarante secuela de 'El secuestro de Michel Houellebecq'.
Plantea cuestiones complejas sobre las relaciones entre padres e hijos con asombrosa simplicidad y se erige en un seductor retrato del gozo y el dolor, así como de la comedia y la tragedia.
Se pierde en una maraña narrativa. Bertucelli captura a Catherine Deneuve desde todos los ángulos, pero no le ofrece mucho más que fumar cigarrillos y beber té.
La película aborda temas de dificultades económicas y depresiones profundas, pero logra mantener un equilibrio que evita lo abrumador. Esto se debe a la habilidad del debutante para combinar la comedia ácida, las aventuras del crimen y un enfoque de realismo social que enriquece la narrativa.
El director Martin Provost termina dañando la aguda capacidad de observación que muestra en la primera mitad de la narración, al recurrir en exceso al sentimentalismo.
Aqueja un problema esencial: no tiene ni idea de qué película quiere ser. El relato va oscilando entre el presente y el pasado y no solo no esconde la falta de lógica y de verdad emocional, sino que en última instancia la enfatiza.
Pueriles juegos de palabras, sonrojantes chistes picantes. Actrices con el talento y la trayectoria de Shirley MacLaine y Jessica Lange merecen algo mejor.
Por un lado, peca de excesiva contención; por otro, cae en el exceso. A veces, se percibe una falta de intensidad y el humor que utiliza es tan sutil que a menudo parece desvanecerse.
La puesta en escena resulta rígida y poco inspirada, además, la cámara se limita a un único escenario. Los diálogos son artificiales, lo que contribuye a una obra completamente inerte.