Entre todo el exceso de palabrería y los somníferos flashbacks, se presentan estallidos de violencia repentina. Sin embargo, esos instantes subrayan la falta de energía que predomina en el resto de la película.
La falta de conocimiento del espectador sobre Andreas-Salomé parece ser lo único que puede equilibrar la excesiva convencionalidad de esta representación de una figura tan singular.
Es una película completamente descentrada. No sabe si quiere ser un retrato de la comuna ‘hippy’ o preguntarse si el motor de la revolución es la guerra o, por el contrario, es el arte. Al final, claro, no acaba siendo nada.
Imponentes paisajes pero no logra comunicar el sufrimiento interno de los personajes que los habitan, en buena medida porque los diálogos y las interpretaciones son pura rigidez y el argumento avanza atropellado.
Tres horas y media de metraje que, eso sí, ofrecen motivos rotundos para justificar su peso. La narración avanza con solemnidad elegíaca, brindando una experiencia cinematográfica extraordinaria.
Es una película emborrachada de su propia ambición y sus supuestos excesos de fluidos corporales, cocaína y vulgaridad. Se siente como una obra excesivamente calculada que carece de energía genuina.
Ferrara se muestra más enfocado en recrear los hechos históricos que en desarrollar de forma efectiva a su personaje principal. La película resulta interesante por su contribución a enriquecer la entrada de LaBeouf en Wikipedia.
Exuda fatalismo, y aunque no habrá sorpresas, compensa esta carencia con un poderoso impacto emocional y una estética cautivadora. Presenta una narrativa sobre racismo y violencia, poética y serena, pero rebosante de furia.
La película intenta ser ambigua, pero termina siendo confusa. Introduce numerosos personajes y subtramas que no logra desarrollar. Aspira a un tono tragicómico, pero se mueve erráticamente entre lo trágico y lo cómico.
La película actúa como una muestra inintencionada de ideología reaccionaria y como un argumento cínico que intenta convencernos de que todo es manipulación, falsedad y simulación.
Se conforma con realizar ligeras modificaciones a los personajes emblemáticos de aquel clásico y utiliza variaciones de momentos memorables para llenar una narración que carece de dirección e inspiración.
Aqueja el tipo de sequedad y densidad informativas propias de una lección universitaria, pero logra el mérito de despertar nuestro interés por muchos de los títulos que discute.
Esta versión de estar por casa de 'Doctor Zhivago' resulta empalagosa y emocionalmente falsa, y está toscamente narrada y torpemente interpretada. Apenas sirve para alguna risa ocasional.