Es posible que quienes no estén familiarizados con el universo de la serie se sientan un poco desorientados. Sin embargo, los aficionados están de celebración: Phineas y Ferb se ha adaptado a este formato de larga duración con la misma eficacia que Las Supernenas o Bob Esponja antes que ellos.
Yonebayashi no se atreve a apartarse ni un ápice del canon estético fundado por el padre Miyazaki, pero esto es mucho más que el trabajo de un alumno aplicado: su aliento onírico, potenciado por la música de Cécile Corbel, lo acerca al sobresaliente.
Uno no va a ver 'Whiplash', sino que se deja arrollar por ella. Lo mejor: el clímax, cine en estado químicamente puro. Lo peor: que no le ofrezcan más papeles así a Simmons.
El debutante Theodore Melfi muestra conocimientos adquiridos de la Escuela Alexander Payne, aunque todavía le falta perfeccionar la gradación tonal. Se trata de una propuesta irregular, pero a la vez muy estimulante.
No es un remake, sino una reconceptualización del original mexicano. El resultado es un cuento de hadas retorcido, dirigido a aquellos que tienen un apetito por lo siniestro.
McCarthy consigue que sus personajes sean frescos, cercanos y auténticos. Aunque en el tramo final no logra resolver los conflictos de manera efectiva, cierra la historia con un plano final que impacta profundamente sin recurrir a trucos.
Ricki es, más allá de sus concesiones al melodrama sencillo, una nueva adición al panteón de protagonistas indómitos que la guionista Diablo Cody ha creado desde 'Juno'.
Una forma muy pura de amargura se ha ido colando a través de su grosería, hasta el punto de que 'American Pie: El reencuentro' sería la cinta de humor zafio más reflexiva de todos los tiempos.
Director y guionista intentan extraer algo de verdad de su elenco, pero todos parecen moverse por inercia en una trama sin espacio para la sorpresa o la improvisación.
Película enfocada en la diversión más que en profundizar dramáticamente en cada escena. Es un espectáculo entretenido, aunque no logra impresionar al mismo nivel que las obras de Whedon o Black en el universo Marvel.
Se presenta como un giro narrativo que se aleja de la trama principal, pero ofrece valiosas pistas para los seguidores más leales de la franquicia. Lo más destacado es su sorprendente y divertido desenlace.
Un tren de la bruja que te invita a disfrutar sin pensar demasiado; esta vez, su sólida construcción permite ignorar algunos errores evidentes y simplemente dejarse llevar.
Un orgulloso entrelazado de clichés y escenas emblemáticas que siempre ofrece más. Es una celebración del placer del cine, y al mismo tiempo, un apasionante homenaje al género.
Una reinterpretación de su película original, priorizando la impresión del nuevo espectador sobre el conocimiento previo del humor. La ambigüedad de Ed Helms une un grupo algo desorganizado.