Podría estar mucho más centrada. Pero al final, Leckart y Junge tienen un propósito, y lo cumplen. Su media hora final en particular, es increíblemente dramática.
Oldman y Mortimer ofrecen, como siempre, actuaciones excepcionales. No obstante, el experimentado director de televisión Michael Goi, a pesar de conseguir una estética atractiva, enfrenta serias dificultades para generar verdaderos sustos con su guion.
La historia carece de solidez y su desarrollo es escaso. Los personajes resultan en ocasiones demasiado entrañables, y las imágenes no tienen la profundidad deseada. A pesar de esto, la película logra ser entretenida.
Se trata de un cuento con moraleja sobre lo que ocurre cuando las empresas empiezan a vender un nombre en lugar de los productos y servicios que se supone que representa.
Casi todos sus detalles superfluos son entretenidos y temáticamente defendibles. Estilísticamente, juega con un tipo muy particular de alienación moderna.
'Altitude' no incluye mucha trama en su breve duración; en cambio, Merkin y el guionista Jesse Mittelstadt se centran en acumular bromas sobre las incomodidades de viajar en avión, intercaladas con tiroteos y peleas mal dirigidas.
En el mundo real, lo que lograron como equipo de baloncesto fue notable. Sin embargo, al dramatizarlo en la pantalla, el resultado se siente increíblemente poco emocionante.
Aunque su trama es bastante escasa, sus piezas dispersas rara vez se alinean de una manera que sea suficientemente precisa para enganchar al espectador.
No puede hacer que la ficción sea más extraña que la verdad. Los dos personajes principales se sienten algo apagados, ya que se definen menos por sus objetivos concretos y más por el vago deseo de querer.
Ni Nylhom ni el reparto intentan aportar algo nuevo a este manido argumento. Pero lo hacen muy bien, y cuentan con un escenario simplemente espléndido.