Es a la vez un espectáculo explosivo, enérgico y a la altura magnética del grupo y de su líder. Como espejo del original, tiene un vaho que lo empaña; pero como montaje musical es un maravilloso espectáculo.
Cuando aparece el título, ya han ocurrido tantos eventos que uno se impacienta en su asiento. Sin embargo, a medida que avanza la trama, se siente más intención que resolución.
Un texto maravilloso, de una belleza, profundidad y sentimiento que trastornan, y una imagen evocadora en blanco y negro que te satura de emociones y reflexiones.
Un buen autorretrato y, al tiempo, un buen paisaje neblinoso inglés. Lo que incita a ver esta película es lo que más esconde en el fondo: la interpretación de Meryl Streep y el hierro de Margaret Thatcher.
Hay películas que funcionan a la perfección: esta es una. Hay tanta electricidad y calor en las relaciones de los personajes que los momentos intensos y conmovedores son tan numerosos y contundentes que ocultan cualquier pequeña debilidad o incertidumbre.
Sorprende por lo bien hecha y contada que está 'Salvador'. Todo en la película es de primera calidad, mostrando un empaque sólido y, al mismo tiempo, una profunda sustancia.
Un ejercicio duro y valioso el de absorber musicalmente el sufrimiento de las víctimas del terror y el de ofrecerles públicamente su apoyo tanto en el pasado como en el presente.
Las últimas escenas son, sin duda, lo mejor de la película; capturan la emoción de manera efectiva. Sin embargo, ciertos diálogos y partes de la trama podrían haberse desarrollado con un enfoque más realista.
La película destaca más por su apariencia que por su contenido. Su diseño moderno y atractivo visual despierta interés, aunque no logra profundizar en una trama sólida.
La directora le procura a su historia un tejido cercano al neorrealismo, aunque impregnado de esos personajes bufos de la comedia italiana de los sesenta, todos ellos deslavazados y cada uno con su brújula para seguir el argumento.
Como retrato ambiental o social queda romo, a pesar de la ambientación, pero sí impacta la autenticidad del retrato individual de una mujer incapaz de resolver el enigma de ella misma.
Con humilde fidelidad, el director trasvasa la novela. No es una película con gracia, sino apuntadora de lo otro, las desgracias que acechan al individuo. Pero es moderna, apocalíptica, cínica y… ya.
Es una película sencilla y clara en su esquema e intención, sin ese otro poso de oscuridad, ambigüedad, profundidad y autoría de anteriores obras de Sorrentino.
Tiene un preámbulo lo suficientemente largo que deja al espectador con ganas del «reposo» que ofrecerá durante buena parte de su posterior metraje. Se sigue el relato con cierta ternura melodramática y algo de comedia.