Está especialmente bien reconstruida toda la crueldad y es un espectáculo el dibujo de personajes, sus jetas, sus posturas y diálogos. Una película muy dura que Bellochio domestica lo justo.
No hay intriga, pero hay un notable interés en la complejidad del personaje, sus ideas y su moral. También se muestra cómo el periodismo y la política se confunden y se entrelazan entre el color de la púrpura y el simple amarillo.
Lo que suele ser convencional en el cine de Hollywood se convierte aquí en otro modo de producir tensión y épica. Es visualmente excepcional, con planos, ritmos e intrigas que aportan frescura a la narrativa habitual.
Complicado acercamiento al personaje de Pablo Escobar. Ha habido últimamente un exceso de representaciones de Escobar en las pantallas, lo que no contribuye positivamente a la obra de Fernando León, que logra mantener un equilibrio sin caer en extremos.
Magnífica película. Fría de principio a fin, la trama se vuelve amarga, desoladora y cínica a través de un juego que, aunque suene antiguo, siempre resulta novedoso y vibrante.
El triángulo es fascinante y sus intérpretes lo llenan de hipnótico atractivo. Miller logra entrelazar una narrativa muy física con aspectos psicológicos profundos.
El retrato es escalofriante; no se trata tanto de una película placentera para ver, sino más bien de una experiencia que deja huella, generando un impacto inmediato y un eco persistente en el espectador.
El trabajo de dirección es bastante rutinario. Para disfrutar de esta película y su historia, es fundamental que al espectador le gusten los caballos y observarlos saltando por un recorrido definido.
Impecable en sus fondos, en los estados de ánimo y en su doble sentido del humor y de la moral, logra sumergir al espectador y entrelazar el material filmado con el de archivo.
Sobresale el talento de la actriz Adriana Ozores, quien evita los clichés comunes en la narrativa. Sin embargo, recurre a frases hechas sobre la permisividad y la complicidad policial, así como a un tono preconcebido en contra de jueces y fiscales, y a una representación simplista del entorno carcelario.
Larraín vuelve a repetir la fórmula de 'Jackie', esta vez enfocándose en Diana Spencer. Kristen Stewart logra transmitir de manera efectiva la angustia del personaje.
Hay tramas, subtramas, retamas y hojarasca en un guion que hace un revoltijo de personajes, espionajes y contraespionajes en el que lo que mejor se entiende es el papel de Penélope Cruz.
El empaquetado visual es magnífico. Se hace evidente que James Gray busca con más ahínco la odisea interior que la aventura exterior, lo cual influye en la experiencia de entretenimiento.
Vallée acierta al cargar a Witherspoon con una mochila que simboliza el descontrol tanto de la Naturaleza como de su propia vida. La actuación de Witherspoon es un reflejo fiel de esta lucha interna, mostrando su capacidad para transmitir la complejidad de sus emociones en medio del caos.
Un equilibrado ejercicio de descripción, reflexión y ritmo. La película resulta tan recomendable como extensa, ofrece calidad y exige al espectador, provocando indignación y convulsión, aunque también puede suscitar una pizca de tedio.