Aceptable. La magnífica ambientación y el uso de la música clásica en sus momentos dramáticos hacen de esta película una experiencia visualmente atractiva. Aunque carece de una profundidad y refinement significativo, logra transmitir una esencia cinematográfica efectiva.
Técnicamente, tanto en lo visual como en la compleja banda sonora, la película ofrece lo mejor de sí misma, con una construcción del plano y de la secuencia muy bien trabajada.
Una narración fluida y accesible, en ocasiones con un toque de humor, sobre el infierno que enfrentaron algunos de los grandes íconos del cine. Bryan Cranston brilla en su interpretación.
El trabajo de dirección carece de audacia. Sorprendentemente, Marian Álvarez logra hacer llevaderos cada uno de los tropiezos del guion. Ambas actrices destacan como lo mejor de esta película que se siente algo desgastada.
Hay intriga, peligro, ironía, un toque de inesperado romance y la píldora ética elude o camufla en cambio lo trágico de la guerra y cae en la imagen tópica del nazi y el soviético.
La potente imaginación del cineasta convierte la película en un constante estupor visual y en una trama llena de hechizo y pavor, sin que ninguna de las dos destruya a la otra.
Esta película presenta una nueva división del mundo: aquellos que esperan y aquellos que nunca llegan. Elocuente silencio complementado por la expresión altiva de Mercedes Sampietro y la postura derrotada de Álvaro de Luna.
No es contenida emocionalmente, y tal vez ni siquiera se busque o se merezca esa contención, pero ello hace que se resienta en su impacto contra un espectador más resabiado en el uso del tópico cinematográfico.
Se puede apreciar una sutil gracia en los momentos de la parada en Cannes, así como en la presencia juguetona de Liz Taylor, interpretada por Serinda Swan.
Una narrativa sencilla y clara que busca facilitar la comprensión de los hechos y los personajes, a pesar de su entrelazado temporal. Está bien ambientada y presenta una atractiva construcción de los personajes.
Grandiosa sátira. Los diálogos, la química entre los personajes, y la simplicidad de la puesta en escena se combinan para crear una juerga tragicómica que aborda al personaje y su entorno de manera devastadora.
Nichols logra aquí el insólito milagro de contarnos esta dramática historia sin caer en los clichés racistas y en la brocha gorda. Magnífica interpretación de la pareja, Joel Edgerton y Ruth Negga.
La película destaca por su encanto, melodrama y un sutil cinismo. Beatty logra retratar de manera efectiva la relación entre el cine, las finanzas y el poder.
Hay muy buen gusto narrativo y visual. La película es «bonita» y aunque su «mensaje» de compromiso esté ya un poco sobado, no deja de ser grato escucharlo.
Sobresale el clima oscuro y sórdido que logra Espinosa, y, como siempre, la fuerza de un actor como Tom Hardy, que, aunque habla en inglés, evoca una esencia soviética, teniendo momentos cercanos a la cumbre junto a Gary Oldman.