La película destaca más por su apariencia que por su contenido. Su diseño moderno y atractivo visual despierta interés, aunque no logra profundizar en una trama sólida.
La directora le procura a su historia un tejido cercano al neorrealismo, aunque impregnado de esos personajes bufos de la comedia italiana de los sesenta, todos ellos deslavazados y cada uno con su brújula para seguir el argumento.
Como retrato ambiental o social queda romo, a pesar de la ambientación, pero sí impacta la autenticidad del retrato individual de una mujer incapaz de resolver el enigma de ella misma.
Guadagnino logra mantener la coherencia estética en su obra. Sin embargo, en el enfrentamiento entre el bien y el mal, parece quedarse atrapado, sin la fuerza necesaria para llevar su mensaje a un nivel impactante.
Esta película francesa podría considerarse mediocre sin su personaje central y la actuación de Charlotte Gainsbourg, quien logra transformar la experiencia en algo realmente agradable de ver y escuchar.
La trama es tan impactante y sorprendente que se siente como si no hiciera falta comprender todos los detalles. La fuerza de la historia, junto con la sinceridad y la crudeza de las imágenes, mantienen la película en un estado de tensión constante.
A excepción de algunas escenas iniciales y un par de momentos que logran captar la atención, el resto es complicado de clasificar de otra forma que no sea como molesto. El elenco de jóvenes actores y profesores resulta bastante irritante.
Con humilde fidelidad, el director trasvasa la novela. No es una película con gracia, sino apuntadora de lo otro, las desgracias que acechan al individuo. Pero es moderna, apocalíptica, cínica y… ya.
Es una película sencilla y clara en su esquema e intención, sin ese otro poso de oscuridad, ambigüedad, profundidad y autoría de anteriores obras de Sorrentino.
Tiene un preámbulo lo suficientemente largo que deja al espectador con ganas del «reposo» que ofrecerá durante buena parte de su posterior metraje. Se sigue el relato con cierta ternura melodramática y algo de comedia.
Está especialmente bien reconstruida toda la crueldad y es un espectáculo el dibujo de personajes, sus jetas, sus posturas y diálogos. Una película muy dura que Bellochio domestica lo justo.
La tensión se mantiene en su punto máximo a lo largo de la película. Existen otras películas que abordan de manera similar este escenario, algunas de ellas pueden ser incluso más destacadas, pero esta logra presentar su interpretación de "lo sucio" de una forma notablemente cautivadora.
No hay intriga, pero hay un notable interés en la complejidad del personaje, sus ideas y su moral. También se muestra cómo el periodismo y la política se confunden y se entrelazan entre el color de la púrpura y el simple amarillo.
Lo que suele ser convencional en el cine de Hollywood se convierte aquí en otro modo de producir tensión y épica. Es visualmente excepcional, con planos, ritmos e intrigas que aportan frescura a la narrativa habitual.
Complicado acercamiento al personaje de Pablo Escobar. Ha habido últimamente un exceso de representaciones de Escobar en las pantallas, lo que no contribuye positivamente a la obra de Fernando León, que logra mantener un equilibrio sin caer en extremos.
Emma Suárez es la verdadera artista que plasma los sentimientos de la historia. Se trata de un melodrama clásico en todos sus aspectos, plenamente arraigado en la tradición y en lo universal. Es una obra que invita a la reflexión y a la empatía.
La trama es algo confusa, pero a la vez resulta sumamente entretenida y espectacular. Schwarzenegger, aunque más viejo, no ha perdido su toque y muestra una interesante habilidad para reírse de sí mismo.