Roma es una película depresiva e infructuosa, ya que parece que Wenders agotó toda la sal en su anterior film y le ha quedado muy poca para este. Resulta bastante sosa.
Es imposible recordar todos los gags y hallazgos visuales que se mezclan, y resulta un tanto desconcertante sorprenderse a uno mismo entre risas y reacciones inesperadas.
El filme exhibe un exceso de estilo que solo se ve atenuado por la magistral interpretación de los actores. El drama, el romance y el espíritu se ven consumidos por el despliegue visual de Baz Luhrmann, tal como ocurrió anteriormente con Shakespeare.
La película evoca ciertos valores muy valorados en la infancia, requiriendo una cuidadosa disposición de cada emoción. Campanella muestra una notable solvencia técnica.
Es evidente que el reflejo cinematográfico no está a la altura del original ideado y dibujado por Uderzo y Goscinny, y que el cine sólo puede trasladarle al público algo entretenido, gracioso, 'digno' pero ya sin la grandeza del cómic.
Yates parece aspirar a mantener un ritmo de 'última escena' desde el inicio de la película, lo que genera una sensación de continuidad incesante y de tensión sostenida. El final se presenta como intrigante y astuto.
Le falta ese sentido del humor y conexión con el mundo infantil que aporta luz, claridad y alegría. Es una pena que todo se sienta demasiado convencional para un director tan provocador como Snyder.
El 3D está bien logrado sin provocar mareos, y el ingenio y la diversión destacan; sin embargo, también hay momentos y situaciones que rinden homenaje al original.
Allí donde se unen el cine y la fantasía, se sale ebrio de imaginación, pero completo, porque la película ha tenido la prudencia de sostener el trasfondo ligero del cuento, el 'érase una vez', en un envoltorio abrumadoramente perfecto.
Película que se mueve con elegancia por las profundidades de la moralidad, resultando turbadora e inquietante. Es recomendable disfrutarla con la menor cantidad de clichés y conceptos preestablecidos.
En el proceso de digitalización de la carne, la pantalla recoge toda la traza y la apariencia de los actores, pero no logra capturar su esencia, lo que afecta la conexión con la trama. Sin embargo, hay escenas magníficas que destacan en medio de esta desconexión.
Uno está más de media película sin saber qué y a quién pasa. Pasada la hora larga, se van aclarando, y no mucho, los hechos y los personajes, pero ya, a esas alturas, como que no apetece condolerse con ellos.
El documental es digno de verse, logra transmitir tanto lo que propone como lo que critica. Es una experiencia potente y emocionante. Coixet trata con exquisito gusto y gran tacto todo este oscuro episodio.
Es una película más que amarga tanto por lo que revela como por lo que esconde. Desgarra el relato y no encuentra apósito ni consuelo en el modo huraño de contarlo.
La película expone su alegato, argumenta con sensatez y pasión, muestra heridas y dudas y se ubica razonablemente en el lado bueno del mundo. Película interesante.