Chavarrías ha aprovechado al máximo la escasez de elementos y pone la tilde en la ambientación, la excelente fotografía y la interpretación para que tal cantidad de historia quepa y tenga sabor con los ingredientes más que justos.
Una película rebosante de cine, entretenida, reveladora, de aventura edificada entre la penuria y la dignidad, que provoca las bilis del espectador y que tanto apabulla como ennoblece.
Fabuloso retrato del ambicioso militar, aunque presenta algunos vacíos importantes. Es un buen tapiz histórico, aunque la parte central carece de fuerza.
Un cuadro duro, seco y frío, con una protagonista, Vicky Krieps, angulosa en todos los sentidos. Es una gran actriz, pero su personaje resulta aún más encorsetado que el de Romy Schneider.
Serebrennikov es un genio que transforma la historia de esta mujer en un verdadero prodigio visual. Cada momento resulta más sorprendente que el anterior, cada cuadro es magnífico y cada escena demuestra una extraordinaria composición.
Es agradable disfrutar de la actuación de Wahlberg y su enfoque sin lloriqueos en el melodrama. Aunque podría carecer de la grandeza cinematográfica esperada, cumple con su propósito como homenaje al Padre Stu.
El buen trato visual, el cuidado en los detalles y la originalidad en la construcción del relato le otorgan un plus de interés a la vida de este artista.
Lo que realmente la rebaja de la excelencia es su forzada adhesión al musical. Está muy bien ambientada y elegantemente filmada, ofreciendo momentos de intensidad, aunque le falta un poco de olfato.
Se mezcla lo real y lo ilusorio. Hay un claro propósito de homenaje, una recopilación de emociones y obras, un viaje que aborda el peso del pasado. Sin embargo, la trayectoria resulta confusa y enigmática.
Está atiborrada de cine. El uso de la imagen y el texto es ejemplar. Los recursos visuales son hermosos, elegantes y sugerentes. Se trata de una película distinta, desenfadada, elaborada con esmero.
No es un documento que revele aspectos o detalles desconocidos de su vida, pero ofrece un fuerte impacto visual al mostrar su progresiva degeneración social y profesional.
La monotonía de esas vidas se traspasa eficazmente a la pantalla, pero también destaca el talento de sus dos actores, que consiguen darle una enorme actividad interna al relato.
Cousins elabora documentales con un enfoque familiar hacia el sujeto, y en este caso, aborda la enigmática figura de Orson Welles desde una perspectiva y un tono completamente diferentes.
Se sale de 'Bergman, su mejor año' absolutamente empapado de negros, blancos y grises. La sensación tras ver estas películas de Bergman es que, sin importar cuántas veces se disfruten, siempre quedará la impresión de que han sido pocas.
La información exhaustiva y el uso meticuloso del detalle, así como la acumulación de material que alimenta la pira que consume su figura, hacen de este documental una obra tanto admirable como desconcertante.
La directora combina sutileza, dureza y una magnífica ambientación para dar vida a su narrativa, mientras que la actriz Alba August aporta su propio talento para enriquecer la experiencia.
Es imposible encontrarle a esta elaboradísima pintura la grandeza de su anterior obra maestra, «La gran belleza», pero es cierto que Toni Servillo alcanza de nuevo la cumbre de su personaje.
La producción, ambientación e interpretación es muy competente, aunque se resuelva de modo «peliculero» y melodramatice algunos de sus personajes y situaciones.