El argumento está impregnado de experiencias. Vicky Luengo, Carolina Yuste, Elisabet Casanovas y Ángela Cervantes aprovechan al máximo la cruda realidad que presenta la película.
Visualmente aprovecha los espacios y ofrece momentos brillantes y hermosos; sin embargo, la trama resulta un tanto escurridiza y sugerente. El director carece de ese toque innovador que podría hacerla más impactante.
El relato es tenso, de intriga creciente, de terror controlado, de emociones secas. Zambrano lo filma con desolación, evocando el secarral y la miseria, tanto física como moral. Las interpretaciones son notables.
El tono de suave comedia, de aventura ácrata y de «road movie» sentimental pero cargada de aristas le dan al argumento potencia, franqueza, simpatía y dosis calculadas de extravagancia.
Tiene la ventaja de ser francesa, lo que la engrandece con un buen gusto que hace que lo cotidiano se sienta cercano y reconocible. Sin embargo, las pequeñas tramas entre los personajes no se desarrollan ni de manera satisfactoria ni insatisfactoria.
Compagina bien la serenidad narrativa, la descripción y el estado de ánimo, con el nervio de algunos pasajes y el interior y la caricatura de algunos personajes.
Franco descubre una forma singular y fascinante de expresar su amor por el cine a través de un retrato, tan absurdo como cautivador, de uno de los directores más lamentables que han existido.
Llena de acción, entretenimiento, sentimientos hacia esos benditos seres que nos alimentan y de reflexiones no molestas sobre el mundo que nos espera, en el mejor de los casos.
Hay momentos de enorme profundidad y emotividad entre padre e hijo, y un gran texto para reflejar esa imagen en el espejo cóncavo del tiempo y las ilusiones que los separan.
Una historia alentadora, con personajes realistas y con sutiles pinceladas de feminismo, aunque estos elementos se presentan de manera adecuada y sensible.
Richet no solo arrebata lo romántico del lolitismo de la historia, sino que también elimina el toque de comedia elegante y moral, aunque aún conserva la esencia del enredo.
Un comienzo lleno de rabia, que resulta ser lo más destacado del filme. Gran parte de lo que sigue es predecible, aunque eso no le quita atractivo a la trama. Sin embargo, la actuación de la joven Marilou deja mucho que desear.
De lo mejor que ha ofrecido esta edición de Cannes, presenta una buena historia que combina elementos bélicos y éticos, contando con tres personajes bien desarrollados y una dirección muy cuidadosa.