Hay momentos en que la película parece perder el rumbo o no seguir una línea clara. Por suerte, Brolin y Clooney logran aportar su talento en esas escenas.
Tal vez ése haya sido su deseo narrar un conflicto revisionista camuflado en una historia sentimental. Si fue así, lo que consiguió fue llamar la atención, pero nunca la total empatía del espectador.
Spaeny no se asemeja a Priscilla, pero dentro de la convención cinematográfica, logra hacer que el público lo crea. Jacob Elordi, aunque no guarda parecido con Elvis, tampoco resulta fuera de lugar en su papel.
Con melancolía, pero atención, con moderación y sin ponerse nunca pedante, Kenneth Branagh construye en Belfast un filme que es candidato al Oscar con tintes autobiográficos, y escribe una carta de amor a su infancia y a su ciudad natal.
Demoledora. Lee, tras un tiempo en el que alternó proyectos menos exitosos con documentales y películas de entretenimiento, parece haber regresado con fuerza. Ha vuelto para hacer lo correcto.
Es un filme sobre el amor, en todas sus formas y manifestaciones, sobre el dolor, el perdón y la reconciliación. Hay quienes necesitan expiar, purificarse: quizá Almodóvar lo haya sentido necesario transformarlo en el cine.
Fletcher imprime un ritmo constante. La película cuenta con todos los elementos para ser un éxito y, aunque mantiene en parte la estructura de 'Bohemian...', se siente mucho más sincera y accesible, reflejando la esencia del autor de Club at the End of the Street.
La gran interpretación de Renée Zellweger supera a la película en sí. Sin embargo, el filme presenta buenos momentos, con una reconstrucción de época bien realizada, y las casi dos horas transcurren rápidamente, como suele suceder en las películas de calidad.
Entretenida y conmovedora, 'Green Book' no aporta nada novedoso, pero ofrece muchos momentos que generan gozo y satisfacción al espectador, quien puede disfrutar de lo que se presenta en la pantalla.
La sucesión de gags, el metalenguaje para mostrar el desequilibrio y la enajenación del protagonista son tales que uno desde la platea no puede dejar de reírse aunque lo que se vea no sea precisamente para descostillarse de la risa.
Mechando imágenes de archivo en blanco y negro con entrevistas a muchas de las pilotos que hicieron esos cursos -y que, se sabe, quedaron sin poder viajar al espacio-, dan cuenta del machismo y del prejuicio imperante por entonces.
Hay momentos de 'Operación final' que son muy efectivos, no solo en términos técnicos, sino que también transmiten una profunda emoción. Sin embargo, en ciertos instantes, la estructura del relato da la impresión de que estamos viendo un telefilme.