No es que reinventa la historia popularizada por los hermanos Grimm, ni tampoco es una sátira a la película producida por el viejo Walt Disney. Tiene sus propios códigos.
Toda la atención que uno le ha puesto a lo que ve, o se multiplica o disminuye. Es que el director Jeff Baena no se decide ni por una cosa ni por la otra. Y entonces, el filme como que queda naufragando. A la deriva.
El aporte de la banda de sonido es casi tan importante como la edición, entre rasante y tajante, lo mismo que la iluminación, casi naturalista. Y la construcción de los personajes secundarios demuestra tanta carnadura como los protagonistas.
Una película centrada en el autoconocimiento, llena de angustias y alegrías, temores y decepciones. La inclusión de numerosos personajes secundarios interpretados por no actores aporta al filme un tono auténtico.
Page retoma un rol que recuerda su papel revelador en Juno. Sin embargo, el nuevo guionista muestra una falta de ingenio y la actriz de 'El origen' parece no tener muchas ganas de reinventarse. Esta comparación resulta inevitable y perjudica ante una película tan significativa.
No es 'Náufrago', ni 'Lost', tampoco 'The Walking Dead', pero hay una reclusión y un recogimiento que fluctúan de un personaje a otro, con giros que, aunque ya vistos, no afectan la esencia de la historia.
Producida por el cada vez más futurista Ridley Scott, la historia logra el clima de encierro -tampoco crean que se han gastado muchos dólares, que para eso Scott dirigió la inminente 'The Martian', pero también tiene sus clisés, y violines altisonantes.
'Blue Ruin' tensa los nervios. La brutalidad de ciertas escenas y la crueldad se entrelazan con momentos de humor negro que aportan un equilibrio perfecto. Este film se presenta como una propuesta destacada dentro del género, emanando del mejor cine independiente estadounidense.
Tiene lo que hay que tener, en su cuota justa para entretener desde ese comienzo hasta el final. Hay mucho de guiño y de cinefilia, de humor, de citas y de haber gastado la videocasetera viendo clásicos de robos y persecuciones de los ’70 y ’80.
Nada es sencillo para los que cruzan la pantalla de 'El suplente', que tiene una trama a la que el director de 'Tan de repente' le pone el cuerpo y no esquiva los cuestionamientos.
La película, además de dirigirse a los aficionados de los músicos, se enfoca especialmente en aquellos espectadores que disfrutan del cine gore, donde las muertes son tan exageradas que generan más risas que asombro.
El nuevo bodrio de Adam Sandler es difícil de justificar. Si eres un incondicional del actor, tal vez le encuentres algún perdón, pero si no es tu favorito, sería mejor no invertir los 102 minutos que dura esta película.
La película es desigual, comenzando con gran fuerza y descendiendo hacia el final. Östlund demuestra ser un excelente dialoguista, logrando exasperar los ánimos de la audiencia, y ciertamente lo logra.