El cine de Paul Thomas Anderson posee, entre muchas virtudes, la capacidad de incomodar. 'The Master' indaga en la malicia de ciertos cultos, plantea la posibilidad de esperanza en el ser humano y cuestiona la fragilidad de su esencia.
La música del dos veces nominado al Oscar Marco Beltrami le proporciona un sólido respaldo al filme, que mediante posiciones de cámara y ángulos audaces alcanza su objetivo de generar adrenalina.
De Egoyan se puede esperar cualquier cosa, incluso la banalización de un tema tan delicado como el sufrimiento de las víctimas del Holocausto y el papel de la Justicia en el enjuiciamiento de los criminales de guerra.
La reiteración de un mismo tema afecta negativamente el resultado. Todo lo que Yimou había construido al inicio se desmorona y se percibe como un esfuerzo poco maduro.
Julianne Moore es clave para el éxito de la película gracias a su valiosa y poderosa actuación. 'Siempre Alice' logra conectar emocionalmente con el espectador, consiguiendo su propósito.
La película presenta un ritmo intenso que la eleva, haciendo que los 150 minutos transcurran rápidamente. Este cierre, como mencionamos, se siente como una celebración entre amigos.
No tanta risa. Bill Holderman y Erin Simms escribieron nuevamente el guion, y si antes carecían de gracia, el transcurso del tiempo no ha mejorado la situación.
Se ve bien y en algunos momentos resulta entretenida; sin embargo, le falta ese toque especial que la haría verdaderamente memorable, similar al sabor de una torta Rogel recién horneada.
El duelo interpretativo entre Jonathan Pryce y Anthony Hopkins, como Francisco y Benedicto XVI, ofrece los mejores momentos del filme, que se enfoca especialmente en la figura del argentino Jorge Bergoglio.
Dolan, en comparación con sus trabajos previos, exhibe una mayor madurez. A pesar de su habitual inclinación por el montaje frenético y los extensos diálogos, en esta ocasión opta por un enfoque más contenido.
Los razonamientos presentados en los diálogos, especialmente en las discusiones, están excepcionalmente bien elaborados y resultan realmente placenteros de escuchar, lo que convierte a 'Alicia y el alcalde' en una película muy cautivadora.
Es superior a su predecesora. Muschietti construye un relato sin fisuras, pese a la extensión, y ha creado cada escena como un eslabón de una cadena en la que el suspenso, el temor, el horror y hasta el humor negro se concatenan y -si cabe- divierten.
Al no ser una película condescendiente con sus personajes, 'El Gordo y el Flaco' se aleja de lo habitual. Además, presenta momentos emotivos que están bien equilibrados.
La gracia, o las ocurrencias no son del tipo de las comedias blandas, por lo que también 'Mi obra maestra' es un desafío superado por el actor. Brandoni da cabal, perfectamente en ese personaje que destila malhumor, petulancia e ironías.
Bellísima suerte de secuela. Todo lo que un oso de peluche puede ofrecer está presente aquí. No es necesario ser un fanático del clásico de Disney para sentirse cautivado.