Divertida, aunque es más sencilla que otras obras maestras de Aardman. La nueva aventura de Shaun está hecha para ser disfrutada en familia y permite dejarse llevar por su encanto.
La telenovela fusiona el drama con el cine catástrofe. Aronofsky intenta combinar lo artístico y sus interrogantes existenciales con el espectáculo y lo grandilocuente.
Polanski no tomó riesgos en el aspecto formal y se apoyó en su habitual director de fotografía, Pawel Edelman, así como en la música compuesta por Alexandre Desplat. Sin embargo, lo que más destacó fue su apuesta por un elenco sólido.
Aunque desbalanceada, la historia capta la atención en sus momentos humorísticos más logrados. Es una crónica de superación, pero también muestra bajezas, como escupir hacia arriba sin usar un recipiente.
Es más que una remake. Sanguinaria, muestra la mutilación, las heridas y el horror que enfrentan los soldados, así como su desesperación y solidaridad. El director crea una suerte de parábola.
Un filme que, sí, asusta en buena ley, ofrece una experiencia aterradora gracias a su atmósfera bien construida y giros inesperados. La trama, aunque algo predecible en algunos momentos, logra mantener al espectador en vilo. Las actuaciones son sólidas y la dirección efectiva, haciendo que cada escena cuente en el desarrollo de la tensión.
Daisy Ridley quizá no alcance una nominación al premio de la Academia de Hollywood, pero bien que le pone el pecho a las adversidades, dentro de su personaje.
El metraje se alarga más de lo aconsejado y Hooper enfatiza en exceso lo que relata, resultando en momentos de repetición. En lugar de añadir, quita interés. Además, el final resulta ser demasiado sentimental.
Aunque en ciertos momentos el relato se siente un tanto predecible, la conexión entre los dos personajes es, sin duda, lo más destacado de la película. Irons logra hacer creíbles incluso las líneas de diálogo más inverosímiles. Será interesante observar cómo evoluciona Patel en el futuro.
Tal vez la anunciada por el propio realizador como su despedida del cine animado, sea su obra menos fantasiosa. Lo que siempre logra Hayao Miyazaki va más allá de sus trazos reconocibles y su animación.