La vida secreta de los animales de granja es un misterio fascinante y conmovedor. La película logra transmitir su extraña sutileza de manera inesperada.
El resultado es algo cursi y sentimentaloide; no estamos ante perros de verdad, sino ante criaturas generadas por ordenador. Sin embargo, se presenta como un entretenimiento sólido y mordaz, elaborado a la antigua usanza.
Con la cuarta película, la franquicia de animación Ice Age parece casi extinguida. La trama carece de la frescura y el ingenio que la caracterizaron en sus inicios, y aunque algunos personajes siguen siendo entrañables, la historia no logra mantener el interés del espectador como lo hicieron las entregas anteriores.
Una apuesta muy sólida. Pero aunque corra el riesgo de parecer poco patriótico, es una película bastante normalita que carece del estilo y de la originalidad de obras como 'Toy Story'.
La animación rotoscópica aporta a esta versión de la historia de Władysław Reymont un toque visual intrigante; sin embargo, las actuaciones y el tono no logran igualar la calidad de los efectos visuales.
A veces, parece una obra de teatro de la televisión clásica, filmada en un solo escenario. Sin embargo, el resultado final emana rigor, claridad y vida.
Una obra consistente y profunda, interpretada con precisión y urgencia, que presenta escenas de campo de batalla donde las elaboraciones digitales se integran de manera magistral en la acción. Siempre rinde homenaje a su temática.