Es una de esas películas románticas que el espectador sabe que acabará en un feliz besuqueo. Lo que está bien es el torrente de humanidad divertida y desgarradora antes de llegar a lo inevitable.
A pesar de su impresionante calidad y realismo, la película genera en el espectador una insatisfacción que lo deja sintiéndose engañado, ya que carece de un drama que logre conectar realmente.
Las actuaciones de Sandra Bullock y Denis Leary carecen de la química necesaria, y una trama que podría haber sido interesante se ve opacada por un guion deficiente.
Es oscura, y su peligro junto con el espectáculo de fusión mental resultan repetitivos. No obstante, la actuación es sólida y la atención a los detalles es impresionante.
¿Buscas una narrativa o actuaciones plausibles? Mejor no lo intentes. Si anhelas un espectáculo visual impresionante y un vistazo cautivador a un mundo intrincado, esta película es sin duda una de las obras más cautivadoras del año.