Los ecos contemporáneos no suenan con la fuerza esperada. Afortunadamente, la película se destaca por sus impresionantes efectos visuales y sus espectaculares secuencias de batalla.
Thomas Sainsbury da vida a un hombre divorciado que, ansioso por escapar de su pasado, se enfrenta a un viaje intrigante que, lamentablemente, no cumple las expectativas en su desenlace.
Este techno-thriller mezcla un enfoque visionario con un aire cursi, tocando lo absurdo. Incorpora elementos de fantasía y terror, y se inspira en la estética synthwave de los años 80, aunque no se compromete completamente a ninguno de estos géneros.
El debut de Matt Vesely establece claramente su estilo, destacando especialmente la habilidad de un solo actor que recorre grandes distancias complementado por múltiples interpretaciones vocales.
La película establece paralelismos entre las dificultades de los trabajadores polacos inmigrantes en Noruega y la homofobia que enfrentan dos jóvenes amantes, aunque no logra unir completamente ambas tramas.
Compuesta con fuerza y en gran parte por personajes que monologan sobre planos ilustrativos, la obra se transforma en una experiencia épica y casi sublime.
Es lamentable que Durall no logre capturar el estilo visual que esta intensa y elegante historia requiere, lo que resulta en una atmósfera que se siente monótona y algo insatisfactoria.