Entre lo mejor destaca la actuación de Danielle Darrieux, quien interpreta al único personaje realmente lúcido de este filme, que resulta ser más empalagoso que amargo.
Stanley quizás prolonga en exceso el metraje antes de abordar la trama principal, sin embargo, en términos generales, Lovecraft seguramente estaría complacido con esta adaptación contemporánea de sus temores ancestrales.
Escalante logra una fusión notable entre el realismo social y la ciencia ficción alienígena. Su relato, que aborda la dinámica entre víctimas y verdugos, encuentra su esencia en la figura de una criatura que provoca un placer sexual infinito.
Abunda en momentos muy bien concebidos visualmente y que generan ese espasmo químico de inquietud sin el cual el cine de terror clásico sería cualquier otra cosa menos cine de terror.
La combinación de comedia escatológica y aventura fantástica logra funcionar solo en ocasiones, a pesar de que los actores parecen disfrutar mucho su actuación.
El punto de partida resulta interesante, aunque la narración presenta altibajos significativos y algunos actores tienden a sobreactuar. Se trata más de una película centrada en un guion ingenioso que en una dirección con un estilo teatral medido.
Muy larga para lo que cuenta, podría desprenderse de muchas secuencias en estático para concentrarse en lo que interesa, que son la docena larga de momentos de acción.
McKay combina diferentes elementos para transformar el filme en una metáfora fascinante de nuestra época. Es la esencia de McKay. Cuenta con un elenco excepcional que defiende una buena causa.
Intenta establecer conexiones entre el relato clásico y la actualidad. Por ello, resulta simpática, nada pretenciosa, y evita caer en el retro o en el formalismo.
Guy Ritchie saquea Camelot. Ritchie regresa a la exageración y la provocación superficial, con una estética sobrecargada y un artificio que ha quedado obsoleto.
Algunas situaciones son muy ingeniosas y otras, aunque previsibles, funcionan con la precisión que exige la complicidad. Condensa todo lo que esperamos del cine de horror, sin defraudarnos.
Recurrir al susto permanente no es una buena opción. El retrato de la institutriz y los dos niños carece de sutileza. Sin atmósfera, sin tensión y sin gracia, ¿qué queda del hermoso texto de James?