De las disquisiciones sobre políticas económicas y éticas sociales, la película deriva hacia una oda a la comprensión y la aceptación con dos excelentes actores.
La película narra la complejidad de sus rencillas y amistad, al mismo tiempo que destaca su arte único. John C. Reilly y Steve Coogan brillan en sus interpretaciones, realmente formidables.
Franco reproduce de manera fiel la gestación y rodaje de 'The Room', riéndose, ya que aquéllo fue también un gran chiste, al mismo tiempo que evoca con respeto. Es una obra muy divertida y a la vez emotiva.
Sorrentino tenía para varias películas, pero lo ha concretado todo en una. Excesiva, ambiciosa y banal pese a las miradas sabias de un Caine en excelencia interpretativa.
Todo lo bueno que tiene el planteamiento choca con el conservadurismo de su estilo (narrativo, interpretativo, musical), por lo que se produce desequilibrio entre fondo y forma.
Pegg, Frost y Mottola aportan a la película un exquisito sentido del humor, combinando momentos espectaculares al estilo de Hollywood con una inusual mezcla de ternura y ácido sarcasmo.
Parece estar planteada como una experiencia suprema. Seguir el desarrollo de los acontecimientos es distinto, pero como experiencia cumple con las expectativas, aunque solo convence a quienes ya estaban convencidos.
El espectador no sabe a ciencia cierta si lo que ocurre es un sueño o es realidad. En esta duda aparente juega sus mejores bazas esta película a ratos algo histriónica, manteniendo un ritmo bastante ágil.
Algunas secuencias de sadismo físico de esta historia animada de venganza paterna podrían haber formado parte de cualquier entrega de la saga 'Saw'. Un inmenso juego de rol.
Es tan naïf como genuinamente artesanal, una mezcla de cuento fantástico y relato de aventuras. El tratamiento de los fondos y el movimiento de los personajes forman parte de un estilo de animación que se niega a desaparecer.
Lo mejor de este nuevo ‘biopic’ sobre Marie Curie reside en su estructura. Satrapi rueda con elegancia, pero con frialdad, y Rosamund Pike pone el resto.