Hay filmes que se basan esencialmente en el choque actoral, muy por encima de tramas. El problema es que a medida que avanza, la película se reduce a ese juego interpretativo.
Su director se pierde un tanto en los laberintos de la ambiciosa trama, y cuando encuentra el tono, lo hace demasiado amable y transparente. Muchos elementos, no siempre bien ensamblados, que diseñan un conjunto bastante entretenido.
Es el estigma de las dos Españas, aunque representado de una forma distinta en la que el director, elegante y a la vez tenso, no carga las tintas sino que busca ese punto medio perfecto.
Lo más interesante, además de su sencilla técnica de animación, reside en la visión nada complaciente que da de Buñuel y de algunos de los métodos que utilizó para reconstruir una realidad atávica.
El peculiar juego de gato y ratón se extiende durante buena parte de la película, hasta que el castillo deja de ser un refugio seguro. A partir de ese momento, la historia comienza a decaer, ya que los personajes no logran ofrecer más de lo que ya han mostrado.
Miradas lánguidas, pasiones sostenidas, rechazos y las notas de un piano melancólico en una nueva muestra de cine británico de 'qualité', bien ambientado y ornamentado.
Tiene todo lo que esperamos en una película muy british. Una historia sin sorpresas que combina la literatura, la amistad, la lealtad a unos principios, la carga del pasado y el romance.
No logra trasladar del todo el espíritu 'pulp' de las viñetas. La primera parte es superior a la segunda, y el relato resulta más atractivo en sus contornos que en sus aspectos centrales.
Su excesivo metraje acumula géneros y rebosa complicaciones argumentales. Además, los actores tienden a sobreactuar. A nivel dramático, la película es pura superficialidad.
Garbarski aborda el Holocausto con un enfoque humorístico, pero su propuesta se queda un poco ambigua. La película oscila entre la tristeza, un humor algo superficial y un tono conmovedor.
Una delicada adaptación que respeta la prosa de la autora, manejando con habilidad su carácter literario. Utiliza la voz narrativa de manera efectiva y cuenta con Mélanie Thierry en el papel de Duras, quien ofrece una interpretación sobresaliente.
Es la exploración de una personalidad libre, romántica y fantasiosa, y como los condicionantes sociales aniquilan ese carácter, ese sueño prolongado de una vida plena.
Se menciona a John Cassavetes y a Federico Fellini, dos referentes que Moretti utiliza para explicar a los espectadores la importancia de asistir a una sala de cine para disfrutar de una película.
A veces, una película puede verse afectada por una actuación deficiente. En otras ocasiones, una actuación sobresaliente puede aumentar el atractivo del filme. Bill Nighy, un actor generalmente excepcional, interpreta su papel de manera sobresaliente.
'Blonde', novela, es muy buena. 'Blonde', película, es una muy inteligente adaptación. (...) De Armas también asume riesgos, ya que dar vida a un mito no es tarea fácil, y sale triunfadora.