Lo mejor de 'A Mighty Heart' es que no reduce la historia de Daniel Pearl a un argumento, sino que la eleva a tragedia. Una tragedia que se ilumina y sufre con el odio que corre por el mundo.
Es remarcable, una historia bélica contada como una partida de ajedrez en la que el perdedor no sólo pierde, sino que es enterrado en una tumba sin nombre.
Me dan ganas de echarle desinfectante a la pantalla. No es simplemente un producto lacrimógeno. Extrae las lágrimas de uno a uno por liposucción, sin anestesia.
Lo que más sorprende de esta película es la entrega absoluta de Spielberg hacia su relato. Está magistralmente interpretada, escrita y dirigida, lo que la convierte en una obra digna de ser vista.
No es mala. De hecho, es sorprendentemente entretenida, con una dulzura encantadora en lugar de la típica determinación que suelen tener las películas deportivas.
Bajo esta película bastante tonta, poco inspirada e incluso burda, subyace una historia real de una fuerza tan convincente que nos obliga a pensar y a responder.