La gente sofisticada notará lo desvergonzada que es esta obra, pero al mismo tiempo, resulta lo suficientemente animada como para disfrutar de sus excesos y su entusiasmo desenfrenado.
Supera su falta de originalidad haciendo un buen uso de su idea central, que un par de zapatillas pueden convertir a un chaval en una estrella de la NBA
Es una historia reflexiva y conmovedora. No alcanza el nivel de tensión que podría haber tenido, pero prefiero su enfoque emocional a los clichés típicos del género deportivo.
La película extrae de la situación una relación agridulce. Envuelve su historia en un formato excesivamente pulcro y se enfoca en buscar el optimismo en medio de la oscuridad, perdiendo así la oportunidad de ser más reflexiva sobre esta situación desafiante.
Es bastante confusa. No hay una línea clara desde el principio hasta el final, carece de un verdadero sentido de peligro y los personajes no logran conectar con el público. Sin duda, es la entrega más débil de la saga 'Star Trek'.
¿Cómo se puede criticar una película como esta? Supongo que hay que mencionar si provoca risas. Personalmente, me reí, pero no lo suficiente como para recomendarla.
La parte central de la película consiste en 40 minutos de efectos especiales excesivos, acompañados de una historia de amor que resulta sorprendentemente trivial. La dirección carece de gracia, visión y originalidad.
La película presenta un humor incisivo, ingeniosas trampas mortales al estilo de Rube Goldberg y diálogos inmaduros pero sinceros sobre el destino. Destaca una escena inicial que asegura que nunca veremos algo similar en un avión.
Es inmadura, obvia, predecible, trillada y a menudo, muy divertida. La razón por la cual resulta entretenida es precisamente su inmadurez y su falta de sorpresas.