Empieza con una premisa muy simple y crea una situación tan genuinamente interesante que no sólo estamos entretenidos, sino que nos arrastra dentro de su argumento
Abbas Kiarostami nos lleva a un juego cautivador, demostrando su destreza al crear espacios que trascienden lo visible. Su enfoque único y reflexivo logra enganchar nuestra atención y nos invita a explorar más allá de lo que se muestra.
Tiene todos los elementos característicos de las películas de Huston: paisajes impresionantes, una historia de amor romántico y una maravillosa fotografía de caballos, junto a diálogos sobrios y poéticos, pero a pesar de esto, no logra conectar por completo.
No es una película destacable, pero presenta actuaciones agradables y momentos de ingenio que la convierten en una oportunidad desaprovechada, en lugar de ser simplemente un intento en vano.