Es verdad que no encajan del todo los elementos de comedia romántica y hay muchos titubeos sobre lo que nos quieren decir, pero la película de Burman consigue ponernos de su parte.
Puede que se sienta larga en algunos momentos, pero esto se debe a que Schumer asume varios riesgos: se burla de los niños, del cine de autor de Woody Allen y de sí misma. Lo hace con un diálogo afilado, algo que se agradece en una época de guiones insulsos.
Esa inquietud, que potencia la película y le brinda su originalidad y belleza, la transmiten los ángulos extraños en los que pone la cámara (...) lo que tenemos es un espejo deformado de la realidad. Una pesadilla real.
La trama carece de coherencia desde el comienzo. El verdadero inconveniente de este subgénero no radica en que los obstáculos que enfrenta “La roca” crezcan, sino en que las premisas que los sustentan se vuelven cada vez más insignificantes.
La ganadora del Óscar a mejor película extranjera de este año demostró que la narrativa de la Segunda Guerra Mundial puede ser fresca y única, gracias a sus intensos y agotadores planos secuencia.
No sólo es una gran historia y un fascinante ejercicio de estilo, es una poderosa manera de acercarnos a una sociedad tan compleja como la egipcia y tratar de entender sus acontecimientos políticos recientes.
El documental de Laura Brownson se destaca por su sensibilidad, creando una verdadera intimidad con los retratados. A lo largo de las escenas, va desmantelando nuestras certezas sin que sea necesario que ella exprese su opinión.
No hay manera de salir ileso de esta historia, que ya nos lastima desde ese comienzo perfecto, en el que ambos, como parte de una terapia, recuerdan lo que les gusta del otro.
La película no cumple con las expectativas de su protagonista, ya que Akin no consigue que el aspecto más sólido de la trama se ajuste al ritmo pausado y distante que elige para narrar los altibajos del juicio a los presuntos culpables.
Farhadi emplea una edición dinámica que imprime un ritmo de thriller en secuencias cotidianas como un trasteo. Esto logra que la historia avance de forma vertiginosa, a pesar de que, en esencia, no ocurre mucho más que el abrupto final de la paz en el matrimonio.
Es una película cautivadora que logra transmitir la profunda importancia del titular, utilizando diversas técnicas propias del documental periodístico y algunas licencias narrativas que no son comunes.
Brad Bird saca todo el partido, convirtiendo las distintas secuencias en confites visuales que tanto el público adulto como el infantil miramos con la boca abierta, emocionados además con una partitura en la que Michael Giacchino (...) hace honor al nombre de la franquicia.
La directora y guionista incluye de forma forzada cada escena conmovedora y reivindicativa, lo que la aleja de ser la historia que el feminismo realmente necesita.