Toda la película es un homenaje a esas pioneras, pero además es un entretenimiento genuino, con ideas fantásticas que ojalá se replicaran en más filmes. No se trata de una bajada de línea, sino de una convicción firme.
Estéticamente cuidada y con actuaciones contenidas, la película presenta algunas resoluciones ingeniosas. Sin embargo, en su conjunto, se siente demasiado distante para tratar un tema que debería estar cargado de tensión y drama.
No pretende más que lo que siempre buscó y consigue su objetivo de forma impecable. Sus personajes siguen siendo adorables, incluso aquellos que nos generan algo de rechazo. Son parte de una gran familia que siempre queremos volver a ver.
Branagh utiliza recursos estéticos que oscilan entre lo magnífico y lo superfluo, lo que hace que la película resulte desigual en varios aspectos. Sin embargo, el director busca sorprender al espectador y logra que las modificaciones en el guión contribuyan a que la trama sea más disfrutable.
En esta nueva versión se echa de menos la música, el elenco no brilla de manera notable y todo da la impresión de ser de bajo presupuesto con conceptos desgastados. No hay ni una sola escena digna de mención ni ningún hallazgo estético que salvar.
No logra marcar una diferencia que la convierta en un clásico, esos detalles que marcan la calidad que perdura. Dos o tres escenas la llevan hacia el cine de espías, pero tarda en llegar a ellas.
Para quienes no conocen a Mario Moreno, esta película puede ser una excelente oportunidad para explorar su fascinante historia. Como era de esperar, Óscar Jaenada, en el papel principal, ofrece una actuación impecable que merece ser resaltada.
El Poirot de Ustinov es perfecto. Carismático, divertido, recto, brillante, egocéntrico y excéntrico. Un detective digno de lo que soñó su autora y con semejante equipo alrededor devolviendo sus filosos diálogos y miradas todo es un espectáculo en sí mismo.
'Oppenheimer' es la película menos interesante del realizador en muchos aspectos, principalmente en lo formal. Cuenta una historia extraordinaria y la convierte en una propuesta para la temporada de premios, aunque no de las peores.
El equipo hizo lo mejor que se puede hacer hoy en día con un personaje así y es estar a su servicio. Desde el punto de vista cinematográfico es impecable como se ha encontrado la forma de darle lógica y continuidad.
Más allá del compromiso que el director tenga en cada uno de sus trabajos, aquí siente que ha podido desarrollar un personaje que le cae bien y disfruta interpretar.
Por momentos, la historia resulta emocionante y presenta instantes de suspenso. Aunque hay cierta teatralidad en las resoluciones, la presencia de Daniel Auteuil aporta calidad al largometraje, lo que los espectadores valoran.
La tensión aumenta de manera excepcional. Gradualmente se incrementa la apuesta y cada vez que aceptamos un elemento poco creíble, se introduce el siguiente. Esto representa un verdadero desafío y, a la vez, una fuente de entretenimiento.
El resultado es particularmente fallido y sin gracia. Si acaso Wes Anderson es famoso por su prolija puesta en escena, ni un elenco tan memorable es capaz de salvar a Wes Anderson de la única película abiertamente mala de toda su carrera.
Una especie de película de juicio que nunca se vuelve interesante o poderosa. Todo el epílogo, obvio y feo, termina por cerrar una historia que parecía más sofisticada e interesante de lo que finalmente es.
Una película tan cruel, sádica y pretenciosa tiene el potencial de arrasar con los premios. Aunque la sordidez puede funcionar mejor en los libros, cuando se somete a los mitos del cine de esta manera, es complicado que resulten bien parados.
La reconstrucción de época es impecable, y los actores están perfectamente alineados con la visión del filme. Una melancolía exitosa envuelve toda la narrativa, transformando al personaje en alguien mucho más interesante que el humor que él exhibía en su vida real.