El resultado es particularmente fallido y sin gracia. Si acaso Wes Anderson es famoso por su prolija puesta en escena, ni un elenco tan memorable es capaz de salvar a Wes Anderson de la única película abiertamente mala de toda su carrera.
Una especie de película de juicio que nunca se vuelve interesante o poderosa. Todo el epílogo, obvio y feo, termina por cerrar una historia que parecía más sofisticada e interesante de lo que finalmente es.
Una película tan cruel, sádica y pretenciosa tiene el potencial de arrasar con los premios. Aunque la sordidez puede funcionar mejor en los libros, cuando se somete a los mitos del cine de esta manera, es complicado que resulten bien parados.
La reconstrucción de época es impecable, y los actores están perfectamente alineados con la visión del filme. Una melancolía exitosa envuelve toda la narrativa, transformando al personaje en alguien mucho más interesante que el humor que él exhibía en su vida real.
El debate nunca se cierra, y la discusión persiste. Arendt cuestionó y reflexionó sobre sus ideas hasta el final de su vida, y la película captura ese espíritu de revisión constante.
Quien no esté interesado en este tipo de narraciones no hallará nada nuevo que ver. Lo que distingue este título de los demás no es suficiente para considerarlo un exponente relevante en el género del cine sobre dictaduras.
Tiene una referencia religiosa poderosa, tiene la sabiduría de dudar y la grandeza de reconocer que las certezas se vuelven complicadas con el correr de los años. (...) Otro paso en una obra enorme. Clint Eastwood, cincuenta años dirigiendo cine de verdad.
Hace años que el cine político argentino ha madurado. Desde los '90, las posibilidades de explorar el pasado han tomado formas más interesantes. Esta película podría haber brillado hace 30 años, pero con el paso del tiempo, tanto el cine como la sociedad han evolucionado.
Con las mismas herramientas de siempre, la película profundiza la estética del cine de terror. Su director, John Leonetti logra mantener el suspenso y provocar miedo en los espectadores sin sangre pero con inteligencia.
La particularidad de este film de terror es que está basado en un hecho real y juega con varios de los elementos que causan grandes miedos: muñecos, niños aterrados y posesiones. Buenos actores para un gran susto.
El manejo del tiempo y la habilidad para generar suspenso revelan a un realizador con el pulso de un veterano, a pesar de estar al inicio de su carrera. 'Argo' está en camino de convertirse en un clásico, al igual que su director.
Un material siempre interesante que en cuatro episodios resuelve una historia compleja y lo hace aportando la suficiente cantidad de elementos originales como para que valga la pena seguir todos los eventos narrados en 'Ghosts of Beirut'.
Mendes no tiene intención alguna de ser sutil. A pesar del potencial de la historia, lo mejor que tiene es el aspecto estético, más a cargo del fotógrafo que del director.
Las promesas del comienzo y las historias que se despliegan generan interés, pero pronto se hace evidente que el guión es muy limitado y que la resolución resulta insatisfactoria.
Cuando la película imita a Steven Spielberg o sus influencias, se torna entretenida y revela a un director que, incluso al copiar, sabe manejar la narración con destreza. Desafortunadamente, hay una sensación de que busca ser más que eso, sin capturar la esencia de ese estilo cinematográfico.
Cine de terror español efectivo y sólido. No es de lo mejor del cine de terror español, pero aún así, es interesante ver la calidad con la que se acercan en España al género, el sobresalto les sale con facilidad, así como la truculencia de varias escenas.