La potencia inicial de la película decae mucho en la segunda parte, se cae bastante y se recupera al final. El sentido estético de Paolo Sorrentino sobresale por encima del promedio, pero en esta ocasión la película no logra igualar ese talento.
Comediantes talentosos como Steve Zahn y Neil Patrick Harris logran que el humor sea efectivo. Por encima del promedio de los productos navideños, por debajo de sus clásicos.
En un adormecido cine argentino, una película como esta es una rareza, un alivio en medio de tantos títulos similares. No es una obra maestra perfecta, pero definitivamente está muy por encima del promedio.
Los efectos visuales son decepcionantes, los diálogos son pretenciosos y poco inspiradores, las actuaciones son insuficientes y la sensación de que solo hemos visto un prólogo convierte estas dos horas en una experiencia frustrante para el público.
Toda la herencia del cine de acción de Indonesia y la estrella de los últimos años, Iko Uwais, se desdibuja con escenas demasiado adocenadas y sin un estilo definido. Esta película está demasiado por debajo de ambas cosas.
El humor resulta deficiente, la manera de transmitir su mensaje es lamentable y las artes marciales, junto con las ideas budistas, están presentes en escenas que carecen de estética y son vergonzosas en su integración a la trama.
Más allá del contenido político del film, sus méritos son narrativos y puramente cinematográficos. Una película difícil de ver, perturbadora, pero con elementos que serían igualmente impactantes en cualquier otro tiempo y lugar.
El Batman que inicia hoy su recorrido, es muy posible que mejore y se termine de desarrollar sus posibilidades. Por ahora está por detrás de los mejores.
La trama policial no está a la altura de la parte visual. Aunque sea la excusa para hablar de otros temas, el previsible cierre de la historia resulta muy pobre y apaga cualquier interés que pudiera haber creado previamente.
Más que las limitaciones de su guión, el verdadero problema radica en la torpeza con la que ha sido filmada. Se presenta como una película carente de redención.
El gore ochentoso se intensifica constantemente, y aunque la película adolece de calidad, logra ganarse el cariño del espectador con su abundancia de sangre, tripas y amputaciones. Es esa esencia sanadora y catártica que tanto apreciamos en el cine de terror.
La película comienza con energía, logrando captar el interés del espectador. Sin embargo, antes de llegar a la mitad, ya ha mostrado todo su potencial y no tiene más que ofrecer.
La película es recomendable. Impacta, divierte y se gana, porque al final siempre aparece, alguna sonrisa cuando la truculencia alcanza niveles imposibles.
La historia presenta suspenso, acción y una notable dosis de humanidad. Sin llegar a ser un clásico del género, definitivamente merece un lugar en la lista de películas que valen la pena, destacando su estilo y la confianza en sus dos protagonistas.