Cianfrance es mucho más eficaz retratando la ruptura que el enamoramiento. Sin embargo, este es su principal defecto: el personaje masculino está descrito desde la empatía, mientras que el femenino resulta ser un agujero negro y una máscara irracional.
Magnífica película, con una actuación impresionante de Christopher Plummer. Hay algo en 'Beginners' que resulta muy profundo, emotivo y auténtico en su manera de abordar las tristezas del amor.
Es un espacio ideal para los aficionados al cine de Woody Allen, y en varios momentos logra que una autenticidad se perciba en sus diálogos. Sin embargo, la figura central del filme es Radnor, lo cual puede restarle impacto.
Cabría acusar a Bigelow de no mojarse, pero el músculo de su puesta en escena y el extremo dominio de la forma son lo suficientemente hipnóticos para mantenernos, silenciosos, en la butaca.
Magnífica magistral película. Lo que pretende '¡Olvídate de mí!' es transmitirnos el caos del desamor y lo logra con creces; esta es la comedia romántica más tenebrosa jamás filmada.
Carece de la fuerza visual de un Dovjenko o de la pasión de un Vidor, por citar a dos cineastas que también reflexionaron sobre la relación del hombre y el paisaje que ha esculpido con sus propias manos, pero el resultado es intermitentemente poderoso.
Vampiros sin sangre. Weitz no logra aportar coherencia al conjunto, que alterna entre un relato de iniciación y un cine de terror simplificado. La película pierde fuerza, saturada de 'freaks' y efectos digitales.
La primera parte no presenta nada nuevo, pero resulta agradable de ver. Sin embargo, cuando Röskam opta por un giro inesperado hacia el melodrama poco plausible, la película cae en el ridículo, sin preocuparse por las repercusiones.
Un exquisito menú degustación. Sobran las palabras en la majestuosa secuencia de apertura. Lo más hermoso es que hace fascinante lo que es, simplemente, un trabajo. Es la vida trabajando.
Es muy consciente, quizás demasiado, de su originalidad. Toda descripción del contexto es deliberadamente elusiva. En esa reducción al absurdo está el principal encanto del filme, pero también su limitación.
Boe comete el error de interrumpir el plato principal, que es el presente, con los aliños y especias que nos llevan a momentos clave del pasado. Esta intermitencia, con sus obligadas elipsis, desdibuja a los personajes.
Cuando Kawase se ve empujada a desvelar los traumas pasados de sus personajes en su búsqueda de un conflicto clásico, lo hace de manera convencional y evidente. Parece que la directora no confía plenamente en su propia visión.
Un festival de microtramas que funcionaría mejor como una ligera «websitcom». Ninguno de los personajes logra captar la atención del espectador y los conflictos resultan ser tan irrelevantes como una pizca de sal.
Una más en la larga lista de títulos menores de Allen, una fábula que esconde más mala leche de lo que su aparente ligereza y desaliño podrían hacer creer.
Brillante. Ozon ofrece una auténtica clase magistral sobre la construcción del relato, transformando este intrincado ejercicio de metaficción en una novela de misterio casi clásica.
Siendo un filme deslavazado y un tanto vulgar, 'Bad Teacher' consigue reformular los códigos de un nuevo género –el de las 'bromantic movies'– sin que se le caigan los anillos.
A Paul Verhoeven podría gustarle esta película. Su representación del imperialismo portugués presenta la suciedad en las uñas, piojos en el cabello, muelas en mal estado y un rostro descompuesto.
Hilarante fiesta surrealista, esta película destaca por su irresistible inteligencia y su gran sentido del humor. Además, celebra el cine como un espacio de libertad, donde el artista tiene la responsabilidad moral de luchar contra la realidad.