Taretto busca crear una película que resulte amigable para todos, y en ocasiones lo logra. Sin embargo, la constante presencia de las dos voces en off puede llegar a ser un poco molesta.
Payne tiene el don de hacer pasar por sencillo lo que es trabajo de genio, y su filme, que encuentra un delicado equilibrio entre lo humillante y lo sentimental, tiene la auténtica textura de un trozo de vida.
Lo más interesante es que su premisa actúa como un test de madurez para el espectador. Su verdadero tema es el paso del tiempo y cómo este afecta la percepción, a medida que los personajes enfrentan la erosión de sus propias experiencias.
Chatarrería patafísica presenta una línea argumental que explora el multiverso y los viajes en el tiempo, pero lo hace sin establecer una lógica interna coherente. Esto puede resultar confuso y restar fuerza a la historia.
La socarronería ‘trash’, la falta de ritmo y los efectos de escasa calidad, son representativos de lo que se entiende por un ‘blockbuster’ veraniego. Sin embargo, el verdadero inconveniente es que la película carece de una dirección clara sobre lo que desea ser.
A pesar de la fuerte originalidad de su sátira, es lamentable que el resultado final no cumpla con las expectativas. Una vez explotada la idea, Larraín parece quedarse estancado con sus personajes dentro de esa mansión decadente.
El director parece haber creado una película en contra del público. A todos los que sugieren su cancelación, "The Palace" les responde con bromas edadistas, sexistas, escatológicas e islamófobas. Es difícil imaginar una obra más desagradable, vulgar y decadente.
La primera parte resulta memorable, asemejándose a una sitcom cruel que podría haber sido concebida por Hitchcock y Buñuel. 'Parasite' ofrece una lección sobre la creación de cine social sin recurrir a clichés evidentes, demostrando también cómo aprovechar el espacio fílmico de manera efectiva.
Notabilísimo thriller que, a través de la narrativa de Porumboiu, va más allá de ser solo un rompecabezas. Nos invita a aprender un nuevo idioma para comprender su historia, desafiando y deconstruyendo los códigos tradicionales de la narración.
Tal vez resulte un tanto tosco, aunque es inevitable conmoverse frente a la desesperación de este hombre común. El hallazgo positivo de esta fábula es que convierte a su héroe en una figura similar a un Jesús contemporáneo.
Hilarante mezcla de «giallo» y episodio de la serie «Thriller», sazonado con sardónicos homenajes al realismo social británico. Es imposible no admirar un filme que brilla con más intensidad que una noche de rojo satén.
Extraordinaria ópera prima del cómico Jordan Peele, que prefiere poner en la picota a los defensores de la igualdad y al eufemismo políticamente correcto, echando sal en heridas sangrantes.
Parece un intento de hacer un cine popular distinto, vital y sin pretensiones, pero el resultado es demasiado tosco y autoindulgente como para tomárselo en serio.
En la primera parte, el humor ácido y retorcido característico de la producción, junto a la destacada actuación de Colin Farrell, logran eclipsar la sensación de familiaridad presente en su trama. Sin embargo, la segunda parte resulta ser mucho más ostentosa.
La película se desempeña con igual eficacia como un vodevil y como un inquietante examen del fracaso. Destacan notablemente el duelo actoral entre Keaton y Norton, así como el virtuosismo visual que despliega. Sin embargo, hacia el final, Iñárritu parece perder algo de control en la narrativa.
Es un pastiche de guiños, cargado de sarcasmo. Se valora la llegada de una película de acción con abundantes tiroteos, explosiones y persecuciones, que no teme mostrar su esencia.
La interpretación de Skarsgard rescata a una película que combina, sin mucho acierto, elementos del cine de gangsters con toques de comedia al estilo de Kaurismaki.