Poderoso noir que destaca por sus ideas sorprendentes. Su originalidad produce una fascinación particular, en gran parte debido a su inusual representación de China en medio de su transición hacia el capitalismo.
Affleck se pone al servicio de la historia, filma con nervio tres secuencias de robo, invierte su tiempo en mimar las relaciones entre los protagonistas y es menos cuidadoso con los secundarios.
La primera parte es excepcional, pero en su segunda mitad pierde fuerza. Audiard opta por recursos de melodrama poco sofisticados y, en ciertos momentos, recuerda a un Iñárritu en sus días menos inspirados.
No todos los chistes logran impactar y en ocasiones su crudeza no se alinea con el ingenio de Atkinson. La falta de ritmo en el clímax final y la rigidez de algunos personajes secundarios evidencian que Mr. Bean no logra resonar de la misma manera fuera de la televisión.
Las normas del juego que presenta Nolan son tan numerosas que es difícil encontrar un momento de tranquilidad. A diferencia de Lynch o Buñuel, quienes son maestros en crear sueños sin restricciones, Nolan a menudo parece excesivo y le falta audacia.
Son relatos simples que no requieren de grandes tramas, ya que se sumergen en una tradición que combina una mezcla peculiar de esperpento y costumbrismo característico del cine español, donde destacan las actuaciones auténticas.
El intento de añadir profundidad dramática a un secreto se siente fallido, especialmente cuando se revela al final. Además, las interacciones entre Farrell y Lee resultan casi cómicas, lo que resta seriedad a la trama.
Kurzel maneja con gran destreza las escenas de tensión, las persecuciones, los atracos a bancos y los tiroteos, aunque se puede criticar a "The Order" por su adhesión excesiva a las tradiciones del género.
Mensajes polémicos y directos la establecen como la película política más audaz de los últimos tiempos. Además, cuenta con un hipnótico sentido del romanticismo.
La solidez del discurso y la elegancia de la puesta en escena confirman a Clooney como un director destacado, logrando que la película tenga la calidad del cine clásico, capaz de narrar historias de manera cautivadora.
La película carece de momentos de pausa y reflexión; todo transcurre a un ritmo acelerado. Afortunadamente, el intenso rendimiento de Fiennes, con su mirada penetrante y casi salvaje, aporta una fuerza evidente al relato.
La película ofrece un retrato multifacético de un hombre lleno de contradicciones, quien se encuentra enredado en una red que él mismo ha creado. Además, es una profunda meditación sobre la política, que se presenta como un lenguaje cargado de eufemismos con tintes profascistas.
El enfoque de la confesión sin reservas y el uso de la propaganda son las herramientas que ha seleccionado Isabel Coixet. Garzón no aborda todos los asuntos que lo han convertido en una figura controvertida.
Es una serie melodramática y ruidosa que carece de un mensaje claro. Intenta transmitir demasiadas ideas a la vez, lo que resulta en una confusión visual de conceptos poco desarrollados.
La esencia poética de "La habitación de al lado" emerge en la sutil y precisa actuación de Swinton y Moore, así como en un hermoso estilo sirkiano. La película logra capturar la profundidad de las grandes obras de cine de cámara.
La falta de originalidad y la apatía presente en este decepcionante regreso explican el largo periodo de 13 años que Peter Bogdanovich llevó sin ofrecer una película en cines.
El inconveniente radica en su idealismo ingenuo y la forma en que se presenta, similar a un mecano deteriorado. La historia trata de ajustarse a fórmulas que manipulan emocionalmente, como si siguiera viejas normas de guion.
Sabe construir una atmósfera perturbadora, donde la imagen de la bondad debe aceptar el fracaso de la humanidad en un viaje por desiertos nihilistas y bosques petrificados.
Una premisa brillante, matizada por un humor sutil, nada resulta en exceso hostil. Nanni Moretti ha preferido la fumata blanca a la negra como el carbón.