Coixet, más clásica y convencional que Sara Mesa, intenta encapsular el comportamiento de Nat. Aunque no es antipática, su carácter enigmático se pierde. Las actuaciones de Laia Costa y Honik Keuchkerian son espléndidas.
El filme muestra un enfoque europeo sobre la experiencia africana, pero su representación honesta de una joven que confunde amor con posesión y libertad con soledad resulta cautivadora e intrigante.
La textura de las imágenes digitales puede parecer algo básica en ocasiones y se percibe claramente la influencia de otras obras. Un inquietante diseño de sonido contribuye a intensificar la opresiva sensación de fatalidad presente en la película.
El diseño presenta una mezcla impresionante de elementos visuales inspirados en "2001" y "Alien", creando una experiencia fascinante. Sin embargo, la película se siente lenta y, en ocasiones, aburrida. También le falta aceptar plenamente su temática existencialista, ya que su mensaje resulta un tanto complaciente.
La intención de Cousins es admirable, sin embargo, los resultados no siempre logran cumplir con las expectativas. Además, el uso de la narración en primera persona, con una voz que imita a Hitchcock, puede ser cuestionable.
Duelo insuficiente de titanes. Una cinta que aburre hasta a las ovejas. La falta de garra de las escenas de acción no puede compensarse con réplicas duras y un alcaide de tebeo.
Notable película que aborda la concepción de la imagen como evidencia de un crimen que podríamos no haber cometido, reflexionando sobre cómo esa imagen nos convierte en sospechosos simplemente por existir.
"Kubi" es una obra que desafía la comprensión, ofreciendo una respuesta provocativa al clásico "Kagemusha" de Kurosawa. Su director juega con la narrativa de manera excéntrica, creando un cine que, aunque es introspectivo, busca conectar con el público.
La cuidadosa reconstrucción histórica de la agonía del rey se acompaña de una deconstrucción del mito en un enfoque dual. Esta obra presenta de manera elegante la intersección entre la Historia y la leyenda, así como la relación entre la vida y el cine.
Condensa demasiado la presentación de personajes, y es imposible llegar a sentir ni un átomo de simpatía por ellos. Juega a no dar explicaciones, pero su opacidad quiere disimular una cierta sensación de impotencia.
Puro Boris Vian. Es una adaptación fiel del libro. Existen varias subtramas, algunas bien logradas y otras no tanto. Sin embargo, cuando la historia toma un giro más oscuro, Gondry maneja el cambio de tono con una sorprendente madurez.
Retrata la Turquía del régimen de Erdogan como un auténtico infierno polanskiano. Puede perder a buena parte de su público potencial al maltratarlo con humillaciones, pesadillas y golpes de efecto sonoros.
Lindon interpreta al director de una fábrica. El fallo de Brizé es elevarlo a un estatus casi sagrado, reflejando un enfoque reduccionista que se siente más utópico que realista.
Para Preciado, la película actúa como un mapa de una utopía tangible, donde lo 'queer' inunda nuestras capacidades imaginativas y se transforma en una poderosa fuerza metamórfica.
Ni siquiera el tributo a Boetticher que plantea la película logra disimular su escasa calidad visual y la debilidad de su guion, que parece estar desarticulado en un intento de capturar un sentimiento melancólico.
La principal virtud de «Harvest» es su intensa fisicidad. La película logra un sentido del espacio que resulta altamente inmersivo y casi performático, lo que ayuda a equilibrar sus caídas en la narrativa.