Todos esos episodios evolucionan hacia las tinieblas de una conclusión que Lowery resuelve con una brillantez conmovedora. Hay en ese final, una catarata de cine puro.
Tim Roth ofrece una actuación sobresaliente. Sin embargo, es lamentable que Michel Franco finalice su película de manera tan decepcionante, dejando un cierre que recuerda a los errores de un principiante en el mundo del cine.
Serebrennikov se enfoca en los detalles menos profundos de la escena para dar vida a su retrato. Sin embargo, el resultado es una simple fachada que carece de una perspectiva auténtica sobre el personaje.
Como muchas películas que se inspiran en hechos reales, esta no logra ir más allá de la realidad en la que se fundamenta. Se atiene estrictamente a un guion que resulta correcto, pero tedioso, propio de un procedimental.
Es un experimento formal que puede verse como una travesura. La película, con una duración de una hora, se presenta desenfocada. Este efecto resulta intrigante. En esencia, es más un bosquejo que una película tradicional.
Una novela rosa que utiliza todos los clichés típicos de la cultura italiana, resultando en una comedia romántica que carece de originalidad y profundidad.
Fallida comedia que no logra definir su tono en medio de una agenda temática saturada. Se siente como si estuviese en un limbo, cuestionándose constantemente si hay alguien al mando que pueda ofrecer respuestas.
Es una película que atrapa la atención de inmediato. La forma en que se desarrollan los eventos la transforma en una experiencia extremadamente divertida.
La película de Schrader no logra comunicar plenamente su melancolía, que resulta algo antipática. Carece de atonalidad y de la intensidad dramática necesaria.
Es lamentable que no tenga creatividad visual y que su protagonista no sea retratada como una mujer auténtica, sino que se quede atrapada en un estereotipo.
En "Body", el discurso es sólido. La película sorprende al espectador con un humor negro difícil de clasificar. Aunque el público podría sentirse engañado, el mensaje se presenta de manera clara y accesible.
Trier no logra aprovechar adecuadamente el tema del duelo. De alguna manera, esta película se opone a la maravillosa «Oslo, 31 de agosto», pues le falta totalmente la intensidad concentrada que caracterizaba a aquella.
Una película que intenta ser única de todas las formas posibles. El resultado es intrigante, aunque ciertos aspectos de la trama, que recurren a lo fantástico como justificación para cualquier cosa, pueden llegar a confundir.
Ceylan edifica una barrera de desilusión y nostalgia, que requiere esfuerzo para vislumbrar algo similar al ocaso. La película no elude ningún tema importante.