El respeto algo perezoso que siente Chbosky por las convenciones del género no está reñido con una sinceridad a prueba de bombas que estalla en burbujas de verdad en la interpretación de Ezra Miller. Una pena el final.
Lo más negativo de esta película es que carece de acción significativa. Sin embargo, logra crear un ambiente de cercanía muy efectivo; la conexión fraternal resulta genuina y la simplicidad de la historia es una verdadera declaración de intenciones.
Un ambicioso fresco de época, con un ritmo que refleja la intensidad de la juventud. Sin embargo, al concluir, deja un profundo sentimiento de melancolía.
Puede rozar la cursilería. La película nunca logra desprenderse de su carácter de telefilme sobre enfermedades terminales o, en el mejor de los casos, de un episodio de 'Dawson crece'.
Si el objetivo era politizar la responsabilidad de convertirse en adulto, la película no logra su cometido, ya que no logra integrar lo macro con lo micro. Si se intentaba poetizar la sensación de que todo pende de un hilo, también vuelve a fracasar, ya que carece de comprensión del lirismo.
El planteamiento de esta ópera prima es muy estimulante, presentando una auténtica 'rara avis' del cine adolescente. Sin embargo, su modestia limita su alcance.
'Twelve' se erige en un ambicioso monumento al vacío, sin lograr sostenerse ante la combinación de psicología superficial, sociología de salón y una denuncia poco convincente.
Larraín aborda la maternidad atípica y el reggaetón como una herramienta para la liberación de la sexualidad femenina de manera creativa y provocadora. La energía impactante de «Ema» es elemental, visceral y desenfrenada, lo que garantiza que no se pase por alto.
En la vulnerable fortaleza de esta superheroína corriente Halla reside el encanto de un film colorista, elegante y muy, muy entretenido, destacando una excelente actuación de Halldóra Geirharðsdóttir.
Es mérito de la sensibilidad de Simón y su excepcional labor con los actores que un filme sobre la toma de conciencia de la muerte logre ser tan vital y luminoso.
Una película que busca la complicidad a toda costa. Un filme esencialmente pasado de moda, una versión geriátrica de «Rain Man» o un «remake» retrógrado de «Harold y Maude».
Una película desenfocada e incierta que no sabe claramente qué quiere ser: un thriller sobrenatural, un drama familiar, un cuento de terror gótico o simplemente un proyecto influenciado por la actual moda del nuevo fantástico español.
La capacidad de síntesis, la falta de sentimentalismo y la catadura moral de su visión del mundo hacen de esta película uno de sus mejores logros, y uno de los más luminosos.
Centrarse en los personajes permite que la película evite, en cierto modo, las tendencias más oscuras de este descenso a los infiernos y logre explorar el sentimiento de comunidad que se desarrolla entre los inmigrantes.
Sorprende la eficacia y la concreción con que Kormákur saca provecho de una situación única, la acción, que es puro músculo, sostiene por sí sola a esta modesta y disfrutable serie B.
Es un experimento estimulante, un ejercicio estructuralista tanto didáctico como creativo que emerge de la dialéctica entre diferentes tiempos discursivos.