Presenta a Kapuscinski como un héroe sin mácula, lo cual es el mayor defecto del filme. La singularidad de «Un día más con vida» radica en su combinación de animación y documental, resultando en un contraste productivo.
Lamentable la película, con una frivolidad sonrojante, se atreve a poner al mismo nivel un romance de novela rosa y el sufrimiento de las víctimas de la guerra.
Ejemplar. No es un documental fácil de ver, y no solo por las impactantes imágenes que presenta, sino también por la poderosa moraleja que transmite. Lo mejor es la agudeza de sus argumentos.
Es una película sobre la traducción, en el más amplio sentido del término, y, coherente con su premisa, uno tiene la sensación de que, al final, también hay algo que le separa de ella, que desenfoca su sentido, o que lo reinventa de un modo que se nos escapa.
Ese suntuoso y elegante festín de colores, junto con decorados exquisitamente elaborados, refleja la profunda sabiduría cinematográfica y la sensibilidad de su autor. Sin embargo, esta misma belleza visual se convierte en la mayor virtud y a la vez en el mayor talón de Aquiles de la película.
Es un remake que no aporta nada nuevo a sus antecesores: resulta tan tedioso e irrelevante como el filme protagonizado por Barbra Streisand y Kris Kristofferson en 1976.
David Gordon Green no acaba de resolver la sensación de déjà vu que desprende el film, aunque demuestra que Nicolas Cage puede ser un excelente actor a pesar del botox y que, a veces, la sensibilidad no está reñida con la materia prima del Gótico Sureño más manido.
Frívolo Boyle, un carnaval para la generación MTV. Comparada con 'Enterrado', muestra más inconsistencias, aunque resulta tan entretenida como la propuesta de Cortés.
El estimulante diálogo que se produce entre las conmovedoras interpretaciones de Dario Argento y Françoise LeBrun define el espíritu de la obra de Noé.
Uno de los principales atractivos de la película es el enfoque narrativo. Aunque Lacuesta no busca crear una obra generacional, el resultado es inevitablemente una reflexión sobre la leyenda.
Asombrosa conmovedora delicia, que, desde un dibujo de línea clara y con el sentimiento a flor de piel, se alinea con lo mejor de la animación japonesa.
También habría podido titularse “Jesucristo Superstar, paramédico”. Su estructura narrativa se asemeja al martirologio clásico. La puesta en escena resulta extremadamente efectista.
Es un ejemplo de narración eléctrica, a la que no le sobra ni le falta un gramo de fibra, y que funciona con una precisión que presiona el nervio de la empatía. Es preciosa la forma en que los directores filman las acciones.
Una película menor, un título de fondo de armario que explota un concepto sencillo y eficaz para entonar, otra vez, un himno a la tolerancia hacia lo diferente y una celebración de la amistad.