Lo más admirable es su trabajo sobre el punto de vista. Desde un riguroso tratamiento de la subjetividad, Arnold humaniza a esta vaca sin futuro, transformando su relato en una tragedia.
Hermosa película la grandeza de “Gunda” está en que no hay más mensaje que la historia de una madre que aprende a serlo, que es feliz siéndolo y que sufre si no lo es.
Tiene sentido del humor y se beneficia de una excelente interpretación de Agnieszka Mandat. Sin embargo, la resolución del enigma, que busca abordar la decadencia de la civilización, no logra captar nuestro interés.
Animada delicia. La imprevisible expresividad de las figuras de plástico de este universo impone una velocidad narrativa que convierte su visionado en una experiencia tan densa como hipnótica.
A Rupert Everett le pierde la ciega fascinación que siente por el personaje, y, sobre todo, por la posibilidad de, prótesis mediante, convertirse en él, columpiándose en sus declamatorios excesos.
Salimos del film como recubiertos de talco y perfumes orientales, y si la película acierta a transmitir esa atmósfera de belleza, decadencia y enfermedad es porque insiste machaconamente en ello. Da la impresión que los afeites no acaban de camuflar la vacuidad del discurso de Bonello.
El gravísimo problema de 'Sunset' es que la experiencia, lejos de ser inmersiva, provoca una inmediata desconexión porque se nos obliga a pegarnos a un personaje que no tiene interés dramático.
Aunque a veces parezca que 'El lazo blanco' está a punto de ser víctima de la rígida coherencia de su planteamiento, Haneke conduce con mano firme al espectador a la inmersión en un mundo de rabia, represión, mentiras y ocultaciones.
A veces presenta una desvergüenza propia de los culebrones que resulta verdaderamente sorprendente. Lo más negativo es la superficialidad, el decorativismo, la incoherencia en la narrativa y la falta de consistencia en los personajes.
Simplifica la complejidad de la metamorfosis para que el público de multisalas pueda aceptar algo que, desgraciadamente, sigue siendo un tabú. Es una historia real, aunque condensada hasta dejarla en los huesos. Vikander se come a Redmayne con patatas.
Brillante interpretación de Catherine Frot. La película aborda demasiados temas y, aunque la dirección de Giannoli no capta completamente la excentricidad de su heroína, vale la pena escucharla cantar hasta el final.
El problema radica en el glamour que envuelve sus imágenes, embelleciendo una película que debería haber adoptado un enfoque más sórdido. Además, le sobran toneladas de profesionalismo.
Es refrescante que el director de 'Bajo la arena' aborde una premisa relacionada con el discurso del #metoo, restándole importancia al asunto. La película se divierte al mostrar que la vida es un puro teatro.
La película actúa como una desmitificación de Eisenstein, retratándolo casi como un sosias de Harpo Marx. Esto se debe a que Greenaway tiene un profundo conocimiento de su obra y la admira casi tanto como a sí mismo.
¿Cuál es la ética de 'El Gran Hotel Budapest'? Acaso demostrar que el pasado nos reinventa, y que recordarlo, con todas sus luces y sombras, ha de ser una experiencia deliciosa.