Propone el mismo esquema que los clásicos que intenta deconstruir. Resulta un poco irritante que se insista en que un hombre y una mujer que deseen ser amigos siempre terminarán en la cama.
Los problemas de los personajes de 'Inmaduros' están tratados con tanta ligereza, son tan banales, que ni siquiera son capaces de generar complicidad. Son puro cliché.
No hay mundo alrededor de Darcy, Rachel o Dex, pues están atrapados en un plano medio televisivo que los lleva a mirarse hacia dentro. Es una 'película de zombis vestidos de Ralph Lauren', lo cual es una descripción inmejorable.
Es mérito de Holst acercarse a esta previsible materia prima a través de una puesta en escena elegante, utilizando el recurso de «basado en hechos reales» sin que esto vulnere la tensión narrativa. Ha sabido aprovechar la tradición del género y la ha redirigido para retratar una amistad que enfrenta las inclemencias del destino.
Goupil no ahorra críticas, pero la mayor virtud de su propuesta radica en su sensibilidad al acercarse a los niños, evitando tratarlos con condescendencia.
Miyazaki vuelve a mostrar la armonía entre dos mundos que, a primera vista, parecen contrarios. Es una obra destinada a adultos que aún conservan su niño interior.
¿Un Tarantino menor en forma de novela gráfica? Por supuesto, pero con agudos comentarios sobre una sociedad embebida de los ideales del neocapitalismo liberal.
Magnífico filme, la película se entrega a explorar esa mirada animal desde una puesta en escena eminentemente sensorial y caótica. Todo es fragmento, color, ruido.
Lo más admirable es su trabajo sobre el punto de vista. Desde un riguroso tratamiento de la subjetividad, Arnold humaniza a esta vaca sin futuro, transformando su relato en una tragedia.
Hermosa película la grandeza de “Gunda” está en que no hay más mensaje que la historia de una madre que aprende a serlo, que es feliz siéndolo y que sufre si no lo es.
Tiene sentido del humor y se beneficia de una excelente interpretación de Agnieszka Mandat. Sin embargo, la resolución del enigma, que busca abordar la decadencia de la civilización, no logra captar nuestro interés.
Animada delicia. La imprevisible expresividad de las figuras de plástico de este universo impone una velocidad narrativa que convierte su visionado en una experiencia tan densa como hipnótica.
A Rupert Everett le pierde la ciega fascinación que siente por el personaje, y, sobre todo, por la posibilidad de, prótesis mediante, convertirse en él, columpiándose en sus declamatorios excesos.
Salimos del film como recubiertos de talco y perfumes orientales, y si la película acierta a transmitir esa atmósfera de belleza, decadencia y enfermedad es porque insiste machaconamente en ello. Da la impresión que los afeites no acaban de camuflar la vacuidad del discurso de Bonello.
El gravísimo problema de 'Sunset' es que la experiencia, lejos de ser inmersiva, provoca una inmediata desconexión porque se nos obliga a pegarnos a un personaje que no tiene interés dramático.