Un café cortado. Una pena que la trama resulte flácida y perezosa cuando en realidad pretende evocar el fatalismo romántico de la literatura de Scott Fitzgerald.
La película actúa como una desmitificación de Eisenstein, retratándolo casi como un sosias de Harpo Marx. Esto se debe a que Greenaway tiene un profundo conocimiento de su obra y la admira casi tanto como a sí mismo.
¿Cuál es la ética de 'El Gran Hotel Budapest'? Acaso demostrar que el pasado nos reinventa, y que recordarlo, con todas sus luces y sombras, ha de ser una experiencia deliciosa.
Hay algo admirable en “Oppenheimer”, que es su condición de anti-blockbuster veraniego. Se echa de menos capacidad de síntesis, menos solemnidad y más desarrollo de los personajes femeninos.
Película tan lírica como monumental, una fusión, hermosa pero lenta, del Malick poeta y del Malick narrador. Parece que persiste en crear autos sacramentales a partir de relatos que requieren un tratamiento más profano.
Lo que quedará para la Historia es un fragmento de cine puro, guerra cruenta que haría las delicias de Sam Fuller, donde Gibson se hace paradoja: el pacifista más sangriento del mainstream yanqui.
Es un ejercicio de cinismo. No se atreve a ser «Doce del patíbulo» ni, por supuesto, «Malditos bastardos», condicionada como está por agradar a todo tipo de público.
Se notan las influencias del realismo poético francés y de Renoir en la obra de Trueba, pero el resultado es indudablemente personal. Esta película parece culminar una trilogía secreta que incluye dos de sus mejores trabajos: «El año de las luces» y «Belle Epoque».
Kaufman presenta un telefilm rígido, repleto de clichés y afectado por la ausencia total de química entre sus protagonistas, Clive Owen y Nicole Kidman.
Al final, y ahí está la belleza de las contradicciones de "El sol del futuro", hay un deseo, un sueño, y es precioso que Moretti tenga la fuerza para seguir persiguiéndolo.
Wilde ha hecho bien los deberes, aunque sus ideas no son precisamente nuevas. Invierte más energía en resaltar la artificialidad de esa cultura que en pulir los detalles del guion, que se siente algo descuidado en su tramo final.
Ana de Armas realiza una cautivadora reinterpretación del personaje, que se presenta como una recreación precisa y a la vez como una reflexión cargada de angustia. La película invita a imaginar las emociones de Norma Jeane, sin caer en el convencionalismo de un biopic tradicional.
La película resulta demasiado convencional, lo que juega en su contra, aunque el triángulo amoroso que se forma tiene matices y complicaciones que pueden causar dolor.
Tedioso pseudobiopic; la interpretación de Kidman podría ser brillante si su rostro no estuviera tan limitado por el bótox. Su personaje es, probablemente, el único en la película que no se acerca a la caricatura.
Tiene el mismo problema que «Los Pelayo»: una notable falta de personalidad y una comedia que no logra convencer. Parece que Cortés no tenía claro qué contar, si una fábula picaresca o un thriller con pretensiones de ser un documento histórico sobre la dictadura.
Es tan predecible, su reconstrucción de época tan fríamente mimética, que sólo funciona como oportunista operación comercial, ni siquiera como ejercicio de estilo.