No es suficiente con hacer visible lo invisible, sino que hay que dar voz a esas imágenes, humanizarlas. Ahí radica el gesto político de una película cuyo metraje no debería asustarnos.
Una de las virtudes más admirables de esta obra es su capacidad para variar de escala sin perder el enfoque. Zbanic genera tensión a través de una puesta en escena efectiva, destacando por su sutileza.
Mediocre, tiene una estructura similar a 'El diablo viste de Prada', pero se toma demasiado en serio. Lo que se pierde en caricatura se compensa con el uso de tópicos. Las miradas de Weaver resultan menos autoparódicas, y las situaciones, en cambio, son bastante más tediosas.
Jolie no sabe qué hacer con este material inflamable y opta por un enfoque poco claro. Intenta abordar los problemas de ritmo del relato añadiendo violencia sensacionalista. El resultado es una serie de lugares comunes que intentan acercarse a ser una película definitiva.
Poco adictiva. Un batiburrillo que salta de un registro a otro sin considerar los desequilibrios de tono y ritmo, desaprovechando así el talento de una buena actriz como Hathaway.
La película sugiere que el problema radica en la falta de adaptación a las circunstancias. Los actores están excepcionales y hay escenas que se desarrollan con gran ternura.
Yimou resucita creativamente con la espléndida 'Shadow', en la mejor tradición del cine de Kurosawa. La película integra la ambición, el amor y el honor en un plano donde la intimidad y la épica se entrelazan de manera armoniosa.
Lo importante en “Longlegs” es la manera en que la puesta en escena, de una elegancia tenebrosa, siembra la inquietud plano a plano. Todo contribuye a crear una atmósfera malsana.
Una durísima película con asesinatos filmados con una crudeza y sordidez que nos remite a los slashers más sucios de los ochenta, ofreciendo un sorprendente filme denuncia.
Titubeante y ampulosa, nunca acaba de encontrar su lugar en el imaginario del personaje. Intoxicada por sus elevadas pretensiones, resulta mucho más atractiva en el papel que en su proyección en pantalla.
Está aliñado con un conjunto de imágenes desprovistas de prejuicios, lo que resulta en una obra estupenda. Lo mejor de «Titane» es que se presenta como una película completamente original.
Sofocante 'film noir'. Tavernier se siente tan inclinado a incorporar subtramas y digresiones que termina por desviar la atención del relato principal.
Lo más fascinante de «Cuando todo está perdido», que vendría a ser un «Gravity» de las mareas altas, es su sentido común. Es un filme inmersivo a la antigua usanza, sin veleidades digitales ni trampas sentimentaloides.