Errático. A veces abrupto, otras con un enfoque casi documental y en ocasiones con un tono aterciopelado, carece de claridad sobre qué película desea ser. La única que logra evitar que se convierta en un completo ridículo es Andra Day.
Película tan lírica como monumental, una fusión, hermosa pero lenta, del Malick poeta y del Malick narrador. Parece que persiste en crear autos sacramentales a partir de relatos que requieren un tratamiento más profano.
La película se sumerge en una ridícula historia de amor, variante folletinesca de 'Romeo y Julieta', que empeora sensiblemente la benévola, complaciente y nacionalista visión que tiene sobre el papel de la familia Mountbatten en la independencia de la India.
Lo que quedará para la Historia es un fragmento de cine puro, guerra cruenta que haría las delicias de Sam Fuller, donde Gibson se hace paradoja: el pacifista más sangriento del mainstream yanqui.
Es un ejercicio de cinismo. No se atreve a ser «Doce del patíbulo» ni, por supuesto, «Malditos bastardos», condicionada como está por agradar a todo tipo de público.
Se notan las influencias del realismo poético francés y de Renoir en la obra de Trueba, pero el resultado es indudablemente personal. Esta película parece culminar una trilogía secreta que incluye dos de sus mejores trabajos: «El año de las luces» y «Belle Epoque».
Kaufman presenta un telefilm rígido, repleto de clichés y afectado por la ausencia total de química entre sus protagonistas, Clive Owen y Nicole Kidman.
Al final, y ahí está la belleza de las contradicciones de "El sol del futuro", hay un deseo, un sueño, y es precioso que Moretti tenga la fuerza para seguir persiguiéndolo.
Puede que esos obstáculos -el narrador poco fiable, la estrella desubicada- refuercen en teoría la deconstrucción del ‘biopic’ que propone Luhrmann, pero en la práctica la película acaba perdiéndose a sí misma en un laberinto de simulacros.
Wilde ha hecho bien los deberes, aunque sus ideas no son precisamente nuevas. Invierte más energía en resaltar la artificialidad de esa cultura que en pulir los detalles del guion, que se siente algo descuidado en su tramo final.
Ana de Armas realiza una cautivadora reinterpretación del personaje, que se presenta como una recreación precisa y a la vez como una reflexión cargada de angustia. La película invita a imaginar las emociones de Norma Jeane, sin caer en el convencionalismo de un biopic tradicional.
La película resulta demasiado convencional, lo que juega en su contra, aunque el triángulo amoroso que se forma tiene matices y complicaciones que pueden causar dolor.
Tedioso pseudobiopic; la interpretación de Kidman podría ser brillante si su rostro no estuviera tan limitado por el bótox. Su personaje es, probablemente, el único en la película que no se acerca a la caricatura.
Tiene el mismo problema que «Los Pelayo»: una notable falta de personalidad y una comedia que no logra convencer. Parece que Cortés no tenía claro qué contar, si una fábula picaresca o un thriller con pretensiones de ser un documento histórico sobre la dictadura.
Es tan predecible, su reconstrucción de época tan fríamente mimética, que sólo funciona como oportunista operación comercial, ni siquiera como ejercicio de estilo.
Lo que se nos presenta como una nueva perspectiva sobre la España del franquismo resulta ser la misma visión de siempre. Existen personajes que quedan apenas esbozados, el relato está repleto de clichés y la trama se mantiene en caminos previsibles.
Una experiencia intensa e inolvidable, tanto por lo bueno como por lo malo. Se puede apreciar la admirable estulticia de su segmento cósmico, así como la conmovedora brillantez de su núcleo dramático.
Dos secuencias de violencia brutal se plantean como el centro de atención. En esas escenas, así como en la actuación de Casey Affleck, se encuentra el único aliciente de esta primera y tediosa película de Winterbottom.
Una apasionante película de aventuras, reducida a su esqueleto más descarnado es lo más cerca que ha estado el cine de posguerra de documentar con realismo el sufrimiento heroico de aquellos que continuaron la contienda por su cuenta.