A pesar de una exagerada primera secuencia que promete una película llena de absurdos, pronto se pierde esa esencia y se hace evidente que Seth Gordon no tenía claro hacia qué género o estilo quería dirigir su obra.
Shyamalan ofrece una película que nos sumerge en el terror de una idea sencilla: el envejecimiento. No adopta un tono moralista ni nos presenta una moraleja cliché.
El cine de Wright ha demostrado que lo esencial no es crear algo completamente inédito, sino ofrecer una obra que, aun siendo familiar, se sienta fresca y atrevida. Todo eso se refleja en 'Baby'.
No resulta tan entretenida e inteligente como su antecesora, pero sus responsables están ya conscientes de la popularidad de sus personajes y sus aventuras, por lo que se han esmerado en presentar películas más espectaculares conforme pasa cada entrega.
La receta de 'El chef' ya está más que vista y repasada en el cine; el verdadero desafío es que la ejecución resulte fresca y única. La película logra cumplir con esto solo a medias.
Al final, en manos de otros actores, la película podría haber sido solo otra historia perdida en el mar de estrenos. Sin embargo, gracias a esta pareja, logra salir a flote, revelando un secreto, aunque no sea de los mejores.
La película presenta un segundo acto sumamente divertido, que captura a la perfección el estilo de 'Deadpool', junto con una dirección de la acción que justifica el precio del boleto.
Muchos de sus tropiezos se deben también a un guion que parece un boceto de lo que debería ser el guion final. Las secuencias de acción no destacan como algo memorable en la cinta.
Damián Szifrón utiliza la comedia para demostrar los niveles a los que puede llegar el ser humano; ridiculiza algunas conductas, pero también señala problemáticas profundas.