Bien ejecutada. La película impacta con sus escenas violentas y sangrientas, aunque en esencia se presenta como un entretenimiento que fluye de manera efectiva.
Su representación de los lazos en una familia de varias generaciones y su afecto robusto y constante hacia los ancianos y los que están al borde de la muerte resulta conmovedora.
El director Neil Burger intenta combinar filosofía, un romance torpe y acción brutal. A pesar de que Shailene Woodley aporta la tenacidad y el encanto necesarios, la película se siente pesada y poco atractiva.
Las sólidas interpretaciones de Scott Mechlowicz como Millman y Nick Nolte como el mecánico misterioso que cambia su vida la convierten en un drama efectivo.
Para quienes sientan interés por Hitchcock, esta obra puede ser una excelente puerta de entrada a su filmografía. Para aquellos que ya conocen sus películas, ofrece una perspectiva refrescante sobre escenas familiares.
Sus reflexiones sobre la desconexión que abren las tecnologías son bastante comunes, sin embargo, sus sutiles interpretaciones logran captar la verdad emocional detrás de cada mirada pixelada.
La trama resulta demasiado predecible como para resultar convincente o atractiva. Cada desenvolvimiento dramático se señala de tal manera que sería más evidente si se incluyeran títulos en pantalla para anunciarlos.
La conexión entre las dos protagonistas es una interacción delicada, salvaje y llena de matices, que combina la inocencia con la ternura de una manera siempre intrigante.
La manera en que Poitras y Goldin han entrelazado los hilos y los han expuesto es una revelación que seguramente te impactará en lo más profundo. Es una expresión artística.
Esta película presenta algunas observaciones intrigantes, aunque no profundiza lo suficiente, limitándose a disfrutar del asombro que genera, lo cual es bastante notable.
Elocuente y dinámica. A través de una lente nítida y con profundo sentimiento, la película de Hinton es una celebración del compromiso con el arte y de los vínculos creativos que alimentan la chispa.
Desplechin presenta una sólida perspectiva al afirmar que la pantalla es un espacio donde la realidad, transformada, brilla con significado. Esta propuesta se ve reflejada en su astuta combinación de narrativa y no ficción.
El guión presenta una fantasía forzada y un patetismo notable, además de reflexiones sobre la política de la exploración espacial que resultan poco convincentes e incoherentes. Crowe desaprovecha así el potencial de las estrellas que tiene a su disposición.