Aunque no es una comedia, la obra está repleta de reflexiones sobre la vida en el presente. Incluso en los pasajes más oscuros, se evita generar miedo o repulsión.
'El pequeño Quinquin' presenta una farsa de dimensiones casi épicas. A través de una sólida mirada, se adentra en la complejidad de la naturaleza humana, explorando la lucha entre los instintos primitivos y los anhelos espirituales.
Desea hacer una afirmación contundente acerca del poder mágico de la música. Sin embargo, debido a la falta de momentos musicales significativos, el contexto en el que se presenta ese mensaje resulta excesivamente sentimental, lo que disminuye el impacto de su visión.
Es una película claramente manipuladora y emotiva, presentándose de una manera amigable y cercana. A medida que aborda cuestiones políticas y proporciona comedia social, su tono se vuelve cada vez más confuso.
Una forma eficaz de transmitir mensajes subversivos en una sociedad reprimida es a través del humor. Al eliminarlo, surge una crítica profunda a la cultura española durante el régimen de Franco.
La película intenta de manera intensa crear una atmósfera heroica y grandiosa, pero resulta en un error de juicio tan notable que se convierte en una trágica decepción.
El guion de DeCubellis carece de sofisticación. La discrepancia entre la película y el material original es tan marcada como la que existe entre 'noche' y 'nocturno'.
La película muestra una falta de atención hacia su trama secundaria, relacionada con la venta de caballos, lo que resulta en un desenlace melodramático que parece forzado y repentino.
El impacto de estas historias se encuentra en cómo el humor, la textura y la actuación crean situaciones en una parábola visualmente intensa que explora la conexión entre la aspiración espiritual, erótica y estética.
La habilidad de Depp para sumergirse completamente en sus papeles sigue siendo impresionante. Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué pasa cuando su personaje carece de humor y encanto?