Del Toro se aleja de su habitual fascinación por criaturas exóticas y seres extraños para presentar un estudio sobre algunos monstruos de la vida real en este noir, que destaca más por su atmósfera que por sus personajes intrigantes.
Un par de interpretaciones excepcionales son la base de un debut profundamente conmovedor. Su estilo narrativo puede ser difícil de entender, pero Hopkins y Colman lo tratan con tanta naturalidad que se convierte en la triste realidad de sus personajes.
No puede resucitar el género de superhéroes por sí misma, pero su ingenuidad y su profundidad sentimental nos recuerdan lo que hemos echado de menos durante tanto tiempo.
Pugh encarna un personaje profundamente vulnerable que sufre intensamente, lo que hace que resulte frustrante ver cómo se ve afectada por la elección de Braff de narrar esta historia de redención a través de giros argumentales complicados y un exceso de sentimentalismo.
Aunque llena de ambición y algún momento ocasionalmente fascinante, este misterio de los años 30 alardea de un espíritu despreocupado que supera con creces su intrincada historia y a unos protagonistas dramáticamente endebles.
Con sus 84 minutos, sin incluir los créditos finales, es innegablemente ligera. Pero también su modestia es un alivio. Casarosa le da a su película y a su humor fácil un espacio para respirar.
Theodore Melfi se excede con los aspectos pastelosos y como resultado la película no tiene la sutileza emocional que un material tan delicado necesita.
Su honestidad y descaro a veces resulta interesante, pero Dolan subestima el interés que suscita su argumento. Por desgracia, ninguno de los dos protagonistas se define más allá de su angustia.
La mejor interpretación de la carrera de Ben Stiller impulsa a este conmovedor estudio de personaje. La actuación de Stiller es magnífica, tan cómica como emotiva.
'Pete’s Dragon' muestra un indiscutible aire anticuado, incluso una apariencia ligeramente pasada de moda, pero incluso cuando esa aura resulta un poco forzada, el tratamiento cariñoso de Lowery da a la película un encanto agradable a pequeña escala.
Ruhermann y Tan convierten una historia convencional en algo excepcionalmente emotivo, tocando temas como la amistad, la soledad o la tragedia de hacerse mayor.
Intrigante, a veces inescrutable, definitivamente desalentadora. Está abierta a múltiples interpretaciones, aunque parece que Arnold ha encontrado en Luma su última criatura salvaje añorando la libertad.