Cualquiera de las secuencias puede funcionar con fuerza por sí sola, pero si se encadenan con una superposición musical, la banalidad de las conexiones se hace evidente.
Una mezcla ambiciosa de tecnología y magia. Es difícil resistirse a una película que presenta robots luchadores gigantes, una alegre colegiala como protagonista, coches autodirigidos y el tren bala de Japón.
La película presenta una sensación de ser común y predecible. La trama se vuelve demasiado enrevesada, resultando en un ritmo que se desacelera considerablemente en su parte final.
La película se centra en ofrecer una experiencia entretenida sin intentar ser profunda. Destaca por su emocionante acción en el aire, un toque de magia y una conexión tierna con el carismático personaje peludo.
Un giro poco sutil y ciertas incoherencias en la historia afectan notablemente la credibilidad de una narrativa que tenía un gran potencial. Un toque adicional de astucia habría beneficiado bastante.
Bean mantiene su habitual monotonía, y las actuaciones son tan solo adecuadas al nivel de la acción. A pesar de contar con elementos admirables, el producto final se siente pesado y poco emocionante.