Una historia que podría haber caído en el exceso teatral. Aunque tiene sus instantes de dramatismo, estos emergen de un enfoque serio en los pilares narrativos, llevados a cabo con gran elegancia.
Richard Brooks demuestra su capacidad para retratar con exactitud el tono y la complejidad de los personajes, incluso en los escenarios más desagradables.
Bajo la dirección de Nick Castle, las escenas se mantienen alejadas de la sensiblería, lo cual es destacable dado el potencial del tema. Deakins y Underwood interpretan sus desafiantes roles con una notable gracia.
Bien fotografiada y montada, contiene todos los artilugios de la técnica preferida de Alfred Hitchcock, desde el corte rápido a la hábil mezcla de diálogos.
Mickey Rourke no convence del todo en su papel de empresario, sin embargo, Kim Basinger se erige como su salvación, logrando mantener una dignidad notable en su actuación.
Agradablemente escrita e interpretada, esta obra invita a los espectadores a disfrutar de hermosas estrellas del cine que encarnan a personas comunes en su búsqueda por el amor.
El tercer trabajo como director de Clint Eastwood es un drama contemporáneo aceptable sobre William Holden, de mediana edad, enamorado de la adolescente Kay Lenz.
Quizás no haya mucho nuevo que contar sobre las gracias y las desgracias que implica abrirse paso en la escena musical del country, pero las escenas son frescas y las emociones, reales.