Nick Castle y el guionista Jonathan Betuel han hecho algo tan sencillo que resulta casi asombroso: han tomado una historia muy humana y la han acentuado con efectos especiales de ciencia-ficción, en lugar de al revés.
Un recuento revisionista, inteligente y de primera categoría de la famosa historia del motín contra el capitán Bligh. Se distingue particularmente por una interpretación humana y sensacional de Anthony Hopkins.
Eficaz pero bastante insípida. Es posible que dentro de esta resbaladiza pieza de ingeniería haya una sátira genuinamente mordaz de la codicia humana luchando por salir, pero nunca llega a salir a la superficie.
Siendo el humor y la acción la tónica de la producción de John Houseman, la dirección de Fritz Lang juega fuerte con ambos, desarrollando un movimiento considerable en varias secuencias de acción escabrosa sin descuidar el suspense.
Diversión a la antigua usanza, recuperada para Tom Selleck después de que su agenda televisiva le impidiera aceptar el papel de Harrison Ford en 'Raiders of the Lost Ark'
La banalidad de la fórmula de la historia es creíble la mayor parte del tiempo y hay algún buen procedimiento real de búsqueda y rescate de la US Navy intercalado en la trama.
La dirección de Jack Smight cuenta con un ritmo dinámico que revela la confianza de un cineasta consciente de que su trama podría desmoronarse si no avanza con rapidez.
Es como ver la MTV durante 96 minutos. Al menos hace justicia a su título, ofreciendo una antología de números de baile extraordinariamente llamativos.
Inspirada en un episodio en el que una turba de jóvenes en motocicleta aterrorizó a un pueblo californiano durante toda una noche, este largometraje rebosa suspense, brutalidad y sadismo.