Las libertades que los guionistas han tomado con ciertos hechos históricos pueden resultar complicadas en algunos aspectos. Sin embargo, el verdadero desafío no radica en la precisión, sino en la energía y ritmo que se aporta a la narrativa. En este sentido, la serie destaca por su abundante dinamismo.
La dirección de Richard Quine aprovecha al máximo el guion y el elenco. Sin embargo, le falta la chispa y la espontaneidad que aportó el dramaturgo John Van Druten.
Realmente no hay nada especial en este entretenido, aunque descerebrado 'shoot-em-up' aparte de un amplio surtido de entretenidas bromas juveniles y elaboradas escenas de acción.
No acaba de lograr una sensación visual vigorosa para la época y las extrañas relaciones de estos dos hombres entre ellos mismos y con las mujeres que entran y salen de sus vidas.
Haynes ha compuesto tres historias distintas que constituyen estudios de casos de aberraciones antisociales, las ha rodado en tres estilos sorprendentemente diferentes y las ha intercalado de forma sorprendentemente acertada.
Muy bien interpretada por una serie de actores de primer nivel, este potente estudio de personajes está tejido por un subtexto tenso que subyace incluso en los momentos más tranquilos.