Conmovedora y saturada de cierto tipo de comprensión moral, no es una película fácil de ver, pero aun así merece la pena verla sólo por la hipnotizante interpretación de Brando.
Cargada de ambición e ideas, esta subversiva comedia romántica de Julian Kemp se empantana por las salvajes fluctuaciones en su tono y en sus diferentes actuaciones.
En esta fase de su trayectoria, Reynolds optó por una entrega segura y predecible, lo que derivó en una película que carece de originalidad y profundidad.